Mis buenos días

Mis buenos días

A muchos les ha molestado que el embajador Miguel Amado, de la Unión Europea, haya expresado su preocupación por los signos alarmantes que, según su apreciación, acechan al proceso electoral dominicano. Dicen que el diplomático en cuestión es un entrometido y que, como extranjero que es, no tiene que opinar sobre los asuntos internos de este país.[/tend]

Equivocados están quienes así piensan. El mundo moderno no está globalizado solamente en materia de economía y comercio, sino que también hay una globalización de las ideas, de los deberes y de los derechos.

Yo, por ejemplo, y usted también, amigo lector o amiga lectora, tenemos el mismo derecho a la vida y a la libertad, tanto aquí en Santo Domingo como en Australia, en el Congo Belga o en el Uruguay. Y también nos acompaña, adondequiera que vayamos, nuestro derecho a expresarnos libremente o a ejercer cualquiera de los derechos humanos reconocidos universalmente.

El embajador Amado está claro cuando anuncia que está preocupado por el curso que están tomando las cosas en este país, sobre todo en materia tan delicada como la electoral. Y ha hecho muy bien en advertir que la ayuda económica que nos brinda la Unión Europea (ayuda que tanto nos gusta, por cierto) está condicionada a la celebración de comicios limpios y confiables. Para que no se crean, los que piensan hacer chanchullos electorales, que van a servirse con la cuchara grande de las ayudas internacionales así como así.

¿A qué le temen los que quieren que el embajador europeo cierre la boca? ¿A que diga dos o tres verdades, o a que ponga en peligro el flujo de ayuda económica extranjera? Más vale que cada quien asuma dignamente su rol en esta difícil coyuntura que vivimos. Con transparencia, con claridad, con honradez.

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