Mis Buenos Días
Así no se puede

Mis Buenos Días <BR><STRONG>Así no se puede</STRONG>

POR RAFAEL MOLINA MORILLO
Este fin de semana quise aprovechar el semi-asueto del sábado para comprar una prenda de vestir que me hace falta, y que la tenía chequeada desde días atrás en la vitrina de una tienda “de marca” muy reputada.

Busqué cosas qué hacer en mi casa antes de salir hacia la tienda, para no llegar demasiado temprano. A las nueve de la mañana supuse que ya era hora sobrada de que el comercio abriera sus puertas y dirigí mis pasos al establecimiento de marras, para encontrarme con sus puertas todavía cerradas y ningún ser viviente alrededor.

Tras una ligera espera, el empleado de la tienda de al lado me dijo: “Es que ellos abren a las diez, dése una vueltecita por ahí y vuelva después”. Mi ímpetu para cancelar ipso facto el negocio fue domeñado por mi mujer y acepté seguir el consejo del buen samaritano.

Volví a las diez, y nada. Diez y quince. Diez y media…

“Algo debe haberle pasado al encargado de abrir, pero no se desespere, que él viene con toda seguridad… es un señor muy serio” –fueron las últimas palabras que escuché del leal vecino, porque salí disparado y furibundo del lugar para no volver nunca jamás.

Ya instalado en mi casa, trago amortiguador en mano y música relajante de Vivaldi en el aparato digital, me puse a reflexionar sobre las causas que frenan el desarrollo de los pueblos más atrasados y llegué a la conclusión, una vez más, de que la impuntualidad y la irresponsabilidad en el cumplimiento de las obligaciones, son dos de ellas. Yo sólo quería comprar una pieza de vestir, pero pude haber sido otro cliente cargado de negocios fabulosos. Y pensar que situaciones como esa ocurren a diario en muchos sitios a la vez.

La impuntualidad y la irresponsabilidad. Dos lacras que no nos dejan despegar. Así no se puede.

 (r.molina@verizon.net.do)

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