MIS BUENOS DIAS
Carta sobre la crisis moral

MIS BUENOS DIAS <BR>Carta sobre la crisis moral

RAFAEL MOLINA MORILLO
Estimado Don Rafael:
Soy una asidua lectora de su columna mañanera la que, junto a la de su vecino, el «bartender», hace del periódico «Hoy» un instrumento de jaleo familiar si mi esposo o alguno de mis hijos osa madrugar más que yo y arrebatarme la primacía en la lectura.

No se alarme tanto Don Rafael. Lo sucedido en la comunidad de Elías Piña donde los pobladores defienden y lloran la encarcelación de su «benefactor» acusado de narcotráfico es -simplemente- la repetición de la historia.

Antes el país entero lloró por otro «benefactor» al que no le llamaban «Don» sino «el Jefe». Mas recientemente se lamentaban la muerte del otro caudillo que «boroneó» hasta la médula y por eso fue y sigue siendo tan querido y recordado. Observe nada mas, que todos los que han sido llamados: «Padre de la Patria Nueva, Padre de la Democracia -y este último- «Padre económico», no han hecho mas que repartir a diestra y siniestra lo ajeno o lo mal habido, porque son muy pocos los filántropos en este país y en el mundo.

Hay unos «dadivosos» que reparten para comprar seguridad o impunidad. Si son políticos los que no «boronean», entonces les apodan «come solos». Los menos mordaces -si se quiere- aun trabajando ardua y honestamente, no reparten nada graciosamente y no falta quien los tilde de «tacaños» pues no se les ocurre pensar que gente así considera que todo el mundo debe esforzarse por ganarse el sustento; pero a estos -generalmente comerciantes o industriales exitosos- los envidian o los calumnian.

Lo cierto Don Rafael es que al «paternalismo» hay que declararlo un «crimen de lesa Patria»; porque mayormente castra al ser humano que de momento se beneficia de ello; pues lo torna incapaz de buscar y encontrar esa fuerza y esa capacidad que están dentro de todos y cada uno de nosotros.

Siempre que en una tertulia hacía la denuncia de que íbamos camino a una debacle social y criticaba la apatía o displicencia de muchos de los que, teniendo capacidad o recursos, de una u otra forma no hacían nada para motorizar la construcción de un muro de contención moral, no eran pocos los que se sentían tocados en su orgullo nacional y veían en mis palabras nada mas a una extranjera entrometida.

Muchas son las discusiones que por años he venido sosteniendo cada vez que abría mi boca para criticar la desidia que observaba ante los cada vez más alarmantes signos de degeneración cívica, moral o social que se advertían.

Aceptando la «realidad» amigos y hasta familiares me decían que esta situación de anarquía, corrupción, impunidad y otras lindezas no la lograba cambiar nadie; que yo no debía apasionarme o mortificarme tanto, pues «nada se puede hacer». Además, se escudaban mil veces en la frasecita aquella de que «este país es el mejor de la bolita del mundo» y, con razón quizás, me decían «La Dominicana está mucho mejor que cualquiera… si no, mira como está tu país (El Salvador) o Latinoamérica en general».

Lo cierto Don Rafael es que, tratándose de valores y de principios soy de las que pienso que no hay fronteras. Aunque amo la tierra que me vio nacer, me duele ver la destrucción de la que me acogió y en la que Dios quiso que yo viniera a formar una bellísima familia.

Dios se deleitó creando esta bella y maravillosa isla que en esencia y en principio pobló de seres realmente buenos pero -como en todo el mundo- cuando empezamos a hacer uso del libre albedrío metemos la pata pues, por acción de algunos y por omisión de otros, en vez de desarrollarnos estamos vertiginosamente encaminados a ser una mas de «las especies en extinción»¼ . Y todo esto nada mas porque «los que somos mas» -con nuestra desidia- hemos permitido que «los menos» se burlen o irrespeten el imperio de las normas morales que deben regir toda sociedad.

Atentamente,

Patricia Nasser de Gadala María
-r.molina@verizon.net.do

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