POR RAFAEL MOLINA MORILLO

Muchos se escandalizan porque en las elecciones recién transcurridas hubo políticos y partidos que, a base de dinero, conquistaron para su causa a los que antes habían sido sus tradicionales adversarios. “Los compraron –repiten una y otra vez-, pusieron a circular millones de pesos para ganarse esos votos, y por eso ganaron”.

De ser cierto que se compraron conciencias a papeletazo limpio, tendríamos que admitir que fue una jugada fea, deleznable e inmoral. Pero si hizo mal el que pagó, peor lo hizo el que se dejó pagar. Si es condenable el comprador, diez mil veces más censurable es el que se vende.

De modo, pues, que dejémonos de acusar unos a otros por hacer trampas, porque todos, en materia política, cuando llega la hora de la verdad, tienen un precio. O casi todos.

(r.molina@verizon.net.do).