RAFAEL MOLINA MORILLO
No, amigos lectores, esto no es un anuncio ni una promoción de una nueva compañía distribuidora de vehículos de motor. Es, sencillamente, el nuevo nombre que se me ha ocurrido para identificar al Poder del Estado donde se hacen las leyes, antiguamente conocido como “Congreso Nacional”.

Ello así porque lo que sucede en el seno del Poder Legislativo con las exoneraciones que permiten a los diputados y senadores importar automóviles y yipetas sin pagar impuestos, es sencillamente discriminatorio, injusto e inmoral.

Como es sabido, cada legislador puede traer al país dos vehículos durante su período electoral, sin que por ello tengan que pagar un solo centavo de impuestos. ¿Y qué hacen los senadores y diputados con esos vehículos? ¿Los destinan a su uso particular? Nooooo¼ Los negocian, los venden y se embolsican el dinero. Mejor dicho, venden su “derecho” de exoneración, ni siquiera ven con sus propios ojos el vehículo de que se trata.

Un negocio redondo, autorizado por la ley que ellos mismos hicieron. Dinero fácil, sin arriesgar un centavo.

Tal es el caso reseñado ayer por El Nacional, referente a un coche Ferrari valorado en 250 mil dólares importado con la exoneración de un legislador, sin pago de impuestos. El Estado no recibe ni un chele colorao en la operación, pero el diputado vendedor debe andar muy contento por ahí.

Lo único que falta es que en el frontispicio del palacio legislativo, en la Feria, se instale un gigantesco y multicolor letrero lumínico que diga: “Congreso Motors, C. por A. – Exoneraciones baratas”.

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