RAFAEL MOLINA MORILLO
Para los días en que estuve ausente del país, dejé preparada una serie de trabajos para llenar esta columna, sobre un tema que siempre considero importante, que no es otro que el derecho de todos los ciudadanos a recibir información sin cortapisas. Pero también dejé planteada una inquietud sobre algo que solo nos interesa a las amables personas que leen estas líneas y a mí.

Recordarán ustedes que les relaté cómo varios lectores me habían sugerido que no reprodujera tantas colaboraciones, muy variadas por cierto, a las que doy acogida en este espacio, y que me dedicara exclusivamente a exponer mis propias ideas.

No niego que me sentí halagado, pero al mismo tiempo apenado al pensar que, de aceptar ese reclamo, tendría que renunciar a ese puente de comunicación y complicidad emocional que ya he logrado establecer con un buen número de colaboradores de la columna.El problema –si podemos darle esa categoría- quedó resuelto por una abrumadora cantidad de opiniones recibidas por distintas vías, en el sentido de que esta columna ha dejado de ser mía, para ser de todos los que tengan algo que aportar como alimento del espíritu o estímulo del buen humor, o sencillamente como fuente de información y de conocimiento.

Entonces no me queda mas remedio que compartir. Escribiré yo mis disparates, pero también alojaré gustosamente las sabias y simpáticas contribuciones de los lectores, mezcladas con algunas reproducciones de páginas especiales del presente o del pasado, que hayan dejado huella en mi simple humanidad.Confío en que sere tolerado por unos y otros.

r.molina@verizon.net.do