RAFAEL MOLINA MORILLO
La Dirección de Trabajo dio a conocer una lista de trece días no laborables que tendrá el año venidero, aparte de los 52 domingos reglamentarios, y de inmediato comenzaron la frotadura de manos y los planes para sacarle el mejor partido a los días de fiesta que nos traerá el 2005.

Con frecuencia se dice que el nuestro es un pueblo trabajador. Es una afirmación que está presente en los discursos políticos, en las actividades empresariales, en los folletos de turismo¼ Me van a perdonar, pero yo no estoy de acuerdo.

A nuestra gente le gusta demasiado el barajeo. Visite cualquier oficina pública y observará como todos los empleados se las arreglan para no trabajar. He visto casos de personas que, para evadir sus obligaciones, hacen rodeos que requieren mayor esfuerzo que el que hubieran desarrollado si hubiesen hecho desde el principio lo que era su deber. Y no olvidemos que es frecuente escuchar a hombres y mujeres decir que desean un empleo, no un trabajo.

Hace falta en este país distribuir masivamente a todos los niveles de la población el famoso «mensaje a García», una breve historia que compara a aquel que siempre busca una excusa para no realizar una labor, con el otro, dispuesto siempre a servir, aunque no se le exija, en cualquier cosa que pueda ser útil.

¿Cómo puede catalogarse de «trabajador» un pueblo que mantiene durante medio siglo en la cima de la popularidad un merengue como «El Negrito del Batey», que proclama que «el trabajo para mí es un enemigo», constituyendo así un verdadero himno a la haraganería?

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