MIS BUENOS DIAS
El Juez: alma de cera y corazón de bronce

MIS BUENOS DIAS <BR>El Juez: alma de cera y corazón de bronce

RAFAEL MOLINA MORILLO
La justicia dominicana está sometida a una dura prueba. Con más independencia que años atrás, con mayor autonomía presupuestaria, con nuevos códigos e instrumentos legales a su servicio, la justicia debe demostrar ahora que es sana, fuerte, responsable y valiente.

Benito Jerónimo Feijóo, uno de los más grandes filósofos del siglo XVIII, nos dejó el legado de sus elevados conceptos sobre las condiciones personales que todo juez debe reunir, y cualquiera diría que lo hizo para nuestra época y para nuestro país. Vale la pena repasar algunas de sus observaciones, escritas en forma de carta de un padre a su hijo que acaba de ser designado juez.

«No sé, hijo mío –dice-, si celebre o llore la noticia que me das de haberte honrado Su Majestad con esa toga. Contémplote en una esclavitud honrosa; mas, al fin, esclavitud. Ya no eres mío, ni tuyo, sino todo del público. Las obligaciones del cargo de juez no solo te emancipan de tu padre, también deben desprenderte de ti mismo. Ya se acabó el mirar por tu comodidad, por tu salud, por tu reposo, para mirar por tu conciencia. Tu bien propio lo has de considerar como ajeno, y solo el público como propio¼

«El que duda si tiene la ciencia suficiente o la salud necesaria para cargar con tan grave peso como el de ser juez; el que no siente en si un corazón robusto, invencible a las promesas o amenazas de los poderosos; el que se ve muy enamorado de la hermosura del oro; el que se conoce muy sensible a los ruegos de domésticos, amigos o parientes, no puede entrar con buena conciencia en la Magistratura…

«Por todas partes –continúa Feijóo- debe tener bien fortalecida el alma el que se viste de toga, porque en distintas ocurrencias no hay pasión que no sea enemiga de la Justicia, y los pretendientes examinan solícitos por dónde flaquea la muralla¼ No quiero decir que el juez sea feroz, despiadado y duro, sino constante, animoso, íntegro. Difícil es, pero no imposible, tener alma de cera para la vida privada y espíritu de bronce para la administración pública. Si padeciere el corazón sus blanduras, esté inaccesible a ellas el sagrado alcázar de la Justicia. Dícese que las amistades pueden llegar hasta las aras. Pero en el templo de Astrea deben quedar fuera de las puertas».

Estos conceptos fueron escritos, como decíamos arriba, hace más de docientos años¼ pero han quedado vigentes para siempre.

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