Mis Buenos Días
La escuela penitenciaria

Mis Buenos Días <BR><STRONG>La escuela penitenciaria</STRONG>

POR RAFAEL MOLINA MORILLO
La noticia no podía ser más halagüeña: el otrora llamado “Castillo del Cerro”, en San Cristóbal, un palacete construido con todo lujo por Trujillo al gusto de su consorte María Martínez, pero que nunca fue habitado por ninguno de ellos, ha sido convertido en una escuela para formar a los futuros responsables de los recintos carcelarios del país.

Todo el mundo sabe lo que son las cárceles dominicanas. Son verdaderos infiernos, universidades del mal, catedrales del vicio y de la corrupción. Características éstas que, a decir verdad, no son exclusivas de esta nación, sino común denominador de los sistemas carcelarios de buena parte del mundo.

Hace dos días conversábamos, por ejemplo, con el ministro de Gobernación de Panamá, quien nos comunicó que en ese país de 4 millones de habitantes hay en las prisiones unos 11 mil reclusos en condiciones inhumanas, sin que por el momento se pueda hacer nada por aliviar sus penosas situaciones. Se trata de una cantidad proporcionalmente mayor que la nuestra, pero el pavoroso resultado es el mismo.

La iniciativa, pues, de mejorar la situación de las cárceles y de implementar un sistema penitenciario más acorde con los métodos modernos de rehabilitación del delincuente, merece todo aplauso y simpatía. Ojalá que no se quede en buenas intenciones y que, a la hora de darle mantenimiento, no se tropiece con que no hay presupuesto para cumplir los objetivos perseguidos.

Aplaudamos discretamente, pero no cantemos victoria todavía. Esperemos unos cuantos meses, y después veremos. Quiera Dios que nuestro subyacente pesimismo quede derrotado esta vez.

(r.molina@verizon.net.do)

Publicaciones Relacionadas

Más leídas