Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
Se acabó. Hemos arribado al último día del año. En esta fecha los periódicos acostumbran a presentar resúmenes de lo acontecido en los pasados doce meses, con sus correspondientes evaluaciones. Lo mismo hacen los canales de televisión y los comentaristas radiales. Todos se convierten en jueces con ínfulas de infalibilidad.
En este espacio, no haré hoy ese ejercicio. Que cada cual formule su juicio de lo que pasó, que de seguro estará a tono con la suerte, buena o mala, que haya experimentado en el curso del año. Como decía un tío mío, cada quién habla del baile, según como le haya ido.
Me inclino, más bien, a dejar atrás el pasado y adelantar buenos deseos para el presente y el futuro. Buenos deseos que se realizarán en la medida que cada uno de nosotros haga su parte.
Aspiro a que en el 2005 superemos las dificultades que hemos arrastrado.
Aspiro a que pensemos como nación, no como individuos.
Aspiro a que nos esforcemos por mejorar lo nuestro, no por obtener solamente lo mío.
Aspiro a que seamos capaces de ceder un poco de nuestros intereses particulares, si fuera necesario, para que se fortalezca la institucionalidad.
Aspiro a que durante el año que empieza mañana podamos aliviar el hambre y la enfermedad, elevar los niveles de educación, encauzar la economía en beneficio de todos.
Aspiro a que las familias se unan.
Aspiro, en fin, a que seamos felices.
