RAFAEL MOLINA MORILLO
En el subsuelo de Londres existe lo que los ingleses llaman el “underground”, una especie de ciudad subterránea donde las estaciones del metro comparten el espacio con centros comerciales y una vida activa de tanto movimiento como la que se mueve en la superficie.

La descomposición social que aqueja a muchas ciudades del mundo, no es ajena a Londres. Grupos de adolescentes y adultos se dedican a hacer desórdenes en muchas de las estaciones del metro londinense, a tal grado que las autoridades empiezan a preocuparse por la seguridad ciudadana en peligro.

En torno a este tema, los periódicos “The Guardian” y “Financial Times” reportan que la ciudad planea “bombardear” con música clásica aquellas estaciones del tren consideradas más propicias para los desórdenes de los teen-agers, en un esfuerzo para desalentar a los antisociales o provocar que desalojen voluntariamente el área. Hace algunos meses se inició un plan piloto con grabaciones de Pavarotti, Vivaldi y Mozart, y se observó un descenso de un 33% de la violencia física o verbal en las estaciones experimentadas.

La teoría detrás de todo esto es que a las bandas de jóvenes delincuentes no les gusta esta clase de música y prefieren irse para otro lado.

Como imitar lo bueno no es malo, yo propongo que copiemos aquí lo que hacen los ingleses en Londres, y que inundemos los colmadones, especialmente en los barrios calientes como Capotillo, Gualey, Simón Bolívar y otros, con música de Mozar, Vivaldi, Chopin, Beethoven, Haydn… para ver si los cabezas-calientes que aterrorizan a la sociedad se van… “¡con su música a otra parte!”