Hoy 
POR RAFAEL MOLINA MORILLO
Alguien dijo que un pesimista es aquel que dice: El mundo no puede ser peor de lo que es; y que un optimista es quien le contesta: Sí puede ser peor. Esto me viene a la mente tras leer, alarmado, la trágica realidad de cómo el planeta se va quedando sin agua, lo que quiere decir, sin vida. El día que eso suceda no lo veremos nosotros, pero talvez sí lo vean nuestros nietos, o los nietos de nuestros nietos, lo que no deja de ser preocupante.
El boletín No. 2 de la Secretaría de Medio Ambiente nos dice que la mitad de los 86,000 galones de agua que entran cada segundo al Distrito Nacional, se desperdicia por diversas razones, como filtraciones, llaves sin zapatillas, inodoros directos, lavado de vehículos con mangueras, regadío de jardines.
El agua no es un recurso permanente ni renovable, según los expertos, sino que se trata de un elemento agotable, cuando la tasa de extracción es mayor que la tasa de reposición. Si bien es cierto que las tres cuartas partes del planeta son agua, la otra verdad es que solamente el 0.63% de toda esa agua es disponible para el uso humano, incluyendo el uso industrial, el agrícola y el doméstico.
Así, pues, preocúpese cuando usted vea una llave goteando, una manguera tirando agua sin control o una tubería rota. Recuerde la definición del optimista: las cosas siempre pueden ser peores si no tomamos medidas a tiempo.
