Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
Paradójicamente, el Día del Trabajo no se trabaja. O sea, no se le hace honor a su nombre, no se le rinde culto a lo que se quiere conmemorar. ¿No parece ésto un contrasentido?
Siempre cautivó mi admiración la actitud de no pocos europeos que, al ver sus naciones devastadas y literalmente destruídas por la Segunda Guerra Mundial, se fajaron como obreros a reconstruir todo lo que estaba roto, trabajando horas extra todos los dias de la semana, sin descanso, porque no había un minuto qué perder.
No estamos en guerra, es cierto, pero nos pasamos la vida queriendo vivir como ricos pero sin sacrificar un milímetro de comodidad o sin querer trabajar como Dios manda.
Muchos días feriados (inclusive algunos religiosos) deberían ser suprimidos como tales. Aquí lo que hacefalta es trabajo, trabajo y trabajo. Menos celebraciones y más dedicación. Solo así podremos echar este país hacia delante.
