Mis Buenos Días 
Patas arriba

Mis Buenos Días  <BR><STRONG>Patas arriba</STRONG>

POR RAFAEL MOLINA MORILLO
Balaguer acuñó la expresión de «la isla al revés» para referirse, en 1983, a los contrastes sociales, étnicos, históricos y políticos entre Haití y la República Dominicana. Hoy, en el año 2006, se me ocurre a mí hablar del país «patas arriba», con referencia, desde luego, a las absurdas situaciones que con indeseable frecuencia se presentan en nuestro querido terruño.

¿No estamos patas arriba cuando un ex Procurador General de la República reniega del Ministerio Público y anuncia que lo va a «freir en aceite», como si estuviéramos viviendo en los tiempos de la inquisición?

¿No estamos patas arriba cuando las propias autoridades admiten que, habiendo 30,000 agentes en la Policía Nacional, solamente saben dónde están y qué hacen 3,000 de ellos?

¿No estamos patas arriba cuando la mayoría de los senadores y diputados incumplen las leyes, creadas por ellos mismos, que los obligan a hacer declaraciones juradas de sus bienes, al tomar posesión y al cesar en sus funciones?

¿No estamos patas arriba cuando reelegimos como diputado a un tipo que fue atrapado y condenado judicialmente por el delito de introducir extranjeros indocumentados al territorio nacional, a cambio de ganarse un dinero sucio?

¿No estamos patas arriba cuando un miembro de la Suprema Corte, cuya función como juez es aplicar las leyes, se rebela y se declara en campaña contra uno de los códigos cuya vigencia debería promover?

¿No estamos patas arriba cuando en un alto porcentaje de los crímenes y delitos que azotan a la sociedad, está la mano autora o cómplice de algún miembro de la Policía Nacional?

¿No estamos patas arriba cuando el gobierno concede un contrato por 400 millones de pesos a  la misma persona que se vio envuelta en un escándalo millonario y nunca bien aclarado, relacionado con el amueblamiento y la decoración de la sede del Poder Judicial?

El espacio del que dispongo no da para más, pero la lista de casos similares podría extenderse hasta lo indecible. Agreguen ustedes, amigos lectores, sus propias aportaciones, y verán que se justificaría llamarnos «la república patas arriba».

(r.molina@verizon.net.do).

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