RAFAEL MOLINA MORILLO
Se nos fue Salvador Pittaluga Nivar, dejando una profunda huella luctuosa en el seno de la familia periodística dominicana.

Periodista, comentarista, mediador en conflictos difíciles, moderador en debates radicalizados, componedor de entuertos, creador de premios, fundador de asociaciones de intelectuales, artífice de centros académicos.

Podría seguir buscándole títulos, todos merecidos, pero no hace falta. Su hombría de bien y su culto a la amistad lo cubren todo. Por eso, su partida es tan sensible, sobre todo para quienes le tratamos durante décadas.

Siempre estaba inventando actividades de carácter constructivo, sin pedir nada para él.

Tan solo tres de sus nobles iniciativas bastarían para merecerle el reconocimiento perenne del periodismo nacional: la creación del Instituto Dominicano de Periodismo, de cuyas aulas han salido notables profesionales de la comunicación; la institución del premio El Canoabo de Oro, codiciada presea reservada a los mejores en el área de la información pública; y la fundación de la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores, que generosamente él presentaba como obra mía, cuando yo solo le secundé en su sueño convertido en realidad.

Su recuerdo vivirá en nosotros como ejemplo y modelo de dedicación a la profesión a la que dedicó los mejores momentos de su vida.

(r.molina@verizon.net.do)