Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
Si yo fuera el Presidente, estaría en estos momentos en Sánchez, con todo mi equipo de Obras Públicas, alentando con mi presencia a toda la gente cuyas casas se están hundiendo o derrumbando sin que hasta la fecha se haya dado a conocer un plan concreto sobre qué hacer ante ese drama.
Si yo fuera el Presidente suspendiera las promesas multimillonarias que estoy haciendo sin tomar en cuenta que corro el riesgo de quedarme sin liquidez si el Congreso no aprueba la reforma fiscal como la hemos propuesto.
Si yo fuera el Presidente impartiera órdenes inmediatamente para que se descarte la loca idea de fabricar una isla artificial, hasta tanto los problemas básicos de la isla grande, la verdadera, no estén resueltos.
Si yo fuera el Presidente me olvidara por ahora del Metro, que costaría no sé cuantos millones de dólares por kilómetro, y que no tengo claro de dónde saldrá la energía eléctrica para moverlo en un país que no ha podido controlar sus apagones.
Si yo fuera el Presidente redujera la nómina pública de un fuetazo, con un solo decreto, de una vez por todas.
Si yo fuera el Presidente reestructuraría el Presupuesto de la Nación, de tal manera que los sectores Educación y Salud Pública resultaran privilegiados.
Pero, para bien o para mal, no soy el Presidente. Entonces, solo me queda pensar en la respuesta que me dio un amigo cuando le pregunté qué haría si él fuera el Presidente. Me dijo cinco palabras desconcertantes: «Haré lo que se pueda».
