Mis Buenos Días
Suspicacia colectiva

Mis Buenos Días <BR><STRONG>Suspicacia colectiva</STRONG>

POR RAFAEL MOLINA MORILLO
Es penoso –y peligroso a la vez- que el órgano encargado de velar por el orden público genere desconfianza y suspicacia. Y no nos llamemos a engaño: si somos sinceros tenemos que admitir que, con razón o sin ella, la Policía Nacional está bajo sospecha.

La presteza con que fueron descubiertos y capturados los jóvenes presuntamente responsables del crimen de la estudiante universitaria Vanessa Ramírez Faña, contrasta demasiado con el desgano que se nota en la investigación del caso de otro estudiante, Eduardo David Podríguez, arroyado por uno o dos carros que echaban carreras a ciegas y con las luces apagadas por la avenida 27 de Febrero.

Muy rápida ha sido la Policía en el primer crimen. Muy lenta, prácticamente nula, por el contrario, en el segundo. ¿Por qué?, se pregunta la gente. La respuesta más socorrida es que los muchachos apresados en Santiago son hijos de machepa, mientras los que conducían los automóviles pudieran ser hijos de papi y mami, quizás unos papis y mamis de uniforme, o de funcionarios o de líderes empresariales.

A decir verdad, parece más fácil localizar los vehículos usados en las carreras urbanas, que encontrar, como aguja en un pajar, a los tígueres que mataron a Vanessa. Pero el tiempo pasa y la Policía nada dice.

Un curioso me decía ayer: “¿Sabe usted por qué la Policía no dice quiénes mataron con sus carros a Eduardo David? Sencillamente, porque sabe quiénes fueron”.

La Policía tiene que quitarse esa mala fama de encima. Pero solo podrá hacerlo actuando con eficiencia, responsabilidad y lealtad frente a la ciudadanía.

(r.molina@verizon.net.do)

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