MIS BUENOS DIAS
Terror en el cementerio

MIS BUENOS DIAS <BR>Terror en el cementerio

RAFAEL MOLINA MORILLO
No es el título de una novela de Agatha Cristie. Es, más bien, un relato de la vida real, en el cual lo horripilante no proviene de los muertos, sino de los vivos que tienen a su cargo la administración, el cuidado y la supervisión del cementerio Cristo Redentor, y el respeto debido a los ciudadanos.

Ya lo hemos hecho por otras vías, pero insistimos en denunciar que, seguramente a espaldas del Ayuntamiento a quien corresponda ese camposanto, existe en éste una mafia que extorsiona a su antojo a quienes acuden allí en diligencias relacionadas con la última morada de sus parientes, o las de ellos mismos, en último caso.

Si va usted a limpiar el entorno del sepulcro familiar, o a exhumar unos restos para colocarlos en un osario, por ejemplo, aquellos que fungen como administradores o encargados, junto a otros que dicen ser inspectores o supervisores, no tardarán en presentar obstáculos o exigir requisitos que finalmente son obviados con dinero. ¡Por supuesto! Pero no se expide recibo por ese dinero, que, de seguro no va al tesoro del cabildo.

De igual modo, proliferan los casos en que terrenos destinados a servir como sepulcros (o “solares”, como se les llama) son vendidos  dos y tres veces a diferentes personas, sin que la administración del cementerio aporte ninguna solución al conflicto que viene después. Esto obliga a quien pagó su dinero y creía resuelto el tema de su morada final, a realizar un largo, tortuoso y burocrático vía crucis de oficina en oficina, sin ninguna garantía de que algún día recuperará su tierra ni su dinero.

Hay males que, para combatirlos, hay que cortarlos de raíz. Sin contemplaciones. Sin medias tintas. Este es uno de ellos. Si el Ayuntamiento a quien corresponda el Cristo Redentor quiere anotarse un tanto y resolver este odioso asunto, lo que debe hacer es barrer drásticamente de un plumazo con todo el personal del cementerio, desde el administrador hasta el último peón. Muerto el perro, se acabó la rabia.

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