Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
Es hora de que el Gobierno dé un puñetazo en la mesa y diga: ¡Ya está bueno! La creciente ola delincuencial que arropa al país ha de tener un límite. Cada día suceden uno o más casos de asaltos, atracos, asesinatos, disparos y todo tipo de agresiones, sin que se note una efectiva respuesta de los organismos responsables del orden público.
Es cierto que las patrullas policiales han sido incrementadas; que las Fuerzas Armadas están contribuyendo con sus efectivos en las labores de patrullaje; que se han designado comisiones y más comisiones para investigar uno que otro crimen; pero es evidente que eso no ha bastado para frenar la violencia.
El crimen está ganando la batalla, admitámoslo. Se habla de que este desenfreno puede ser parte de un plan dirigido a desestabilizar el país, fraguado talvez por políticos, o por empresarios, o por gente que tiene algo qué temer si la justicia les echa el guante para pedirles cuentas por actuaciones pasadas.
Sea como sea, se siente debilidad en la respuesta a tanta agresión contra la sociedad. Los delincuentes parecen sentirse muy seguros ¿o quizás protegidos? No se sabe. El desconcierto reina en la población, mientras el gobierno duerme la siesta.
¡Hace falta un puñetazo en la mesa!
