Hoy 
POR RAFAEL MOLINA MORILLO
Hay días que no encuentro temas para traer a esta columna y compartirlos con ustedes, mis amables lectores. Pero también hay ocasiones en que sobran motivos para escribir. Esta es una de ellas. Por un lado, debemos expresar nuestra satisfacción porque, tal y como lo había prometido, el presidente Leonel Fernández devolvió, sin aprobarlo, el malhadado contrato de la Isla Artificial que tantos sinsabores y dolores de cabeza ha causado al pueblo dominicano.
Si bien es cierto que hubiese sido mucho mejor un rechazo más contundente y definitivo que una simple devolución al Congreso, podemos sentirnos conformes con saber que ya la isla está enterrada, sumergida y tapiada en el fondo de los mares, para que nunca jamás vuelva a hablarse de tan escandaloso desatino.
Por otra parte, ¡qué penoso espectáculo y qué retroceso ha sido la actuación de la escolta de la Primera Dama en el Teatro Nacional, al impedir, mediante la violencia, que un fotoreportero periodístico hiciera su trabajo!
El fotógrafo Orlando Ramos, de Clave Digital, fue empujado y privado de su libertad por varias horas, sin orden judicial alguna y sin que hubiera violado ninguna ley. Solo hacía su trabajo, y le pareció que la Primera Dama era digna de ser fotografiada. ¿O no? Que quede consignada mi protesta por el abuso cometido contra Ramos, y que se sancione a los oficiales responsables del mismo.
Así es la vida. Unas van de cal, otras van de arena.
