RAFAEL MOLINA MORILLO
Como buenos caribeños, los dominicanos somos muy confianzudos, y a pocos minutos de haber sido presentados a alguien comenzamos a tutearnos como si fuésemos viejos amigos. Al presidente lo llamamos Leonel, al rector Agripino, al cardenal Nicolás, y así por el estilo, de tal manera que todo el mundo sabe quienes son Quique, Milagros, Pepín, Temo, Andy, Consuelo, por solo citar algunos nombres.
Hoy traigo una idea para Roberto (supongo que no tengo que decir que me refiero al Síndico de la capital). Es una idea extraída de un reportaje sobre la ciudad brasileña de Curitiba, con una cantidad de habitantes muy parecida a la de nuestra Santo Domingo.
En Curitiba el Ayuntamiento ha puesto en práctica un programa llamado «Compra de Basura», para población y barrios de rentas bajas. Este programa ayuda a limpiar zonas que no se alcanzan con el sistema ya establecido de recogida de desperdicios y consiste en cambiar bolsas llenas de basura por tikets que dan derecho a usar los autobuses, por ejemplo de la OMSA en Santo Domingo. Tambien se cambian las fundas de basura por tikets para comida y por cuadernos escolares para los niños u otros bienes de primera necesidad.
Desde que, hace pocas semanas, se puso en servicio este programa en Curitiba, más de 34,000 familias de 62 barrios pobres han cambiado unas 11,000 toneladas de basura por casi un millón de bonos de autobús y 1,200 toneladas de alimentos.
Paralelamente se han contratado temporalmente jubilados y desempleados para limpiar zonas específicas de la ciudad, cuyo aspecto contrasta radicalmente con otras ciudades brasileñas. Autoridades de Estados Unidos, Canada, Francia, Rusia, Africa y Sudamérica ha visitado la ciudad y tomado nota de los múltiples cambios que pueden hacerse apoyándose en la participación pública.
Ahí está la idea, Roberto. Es gratis.