RAFAEL MOLINA MORILLO
La novela estaba de lo más buena. Todo parecía indicar que estábamos en presencia de un intento por realizar la fuga de presos más espectacular de todos los tiempos. Las películas que se han filmado con la temática de escapes sensacionales de las más afamadas cárceles de seguridad, se iban a quedar cortas. Rafey, Santiago y la República Dominicana entera, estaban a punto de pasar a la historia y a los libros de récords Guinnes.

La procuradora de la Corte de Apelación de Santiago, cuya credibilidad se da por descontada, o por default, como se dice ahora, reveló los detalles del singular episodio que estuvo a punto de escenificarse en la prisión de la segunda ciudad del país. Dijo que desde la prisión se estaba construyendo un túnel a través del cual escaparían 800 presos. ¿Se imaginan ustedes casi un millar de delincuentes esparcidos por todas partes, para reforzar la ola de criminalidad que nos azota?

Pero eso no era todo. La trama supuestamente descubierta incluía tomar como rehenes a todos los visitantes que hubiera en ese momento en el penal, desarmar a los militares y matar a tiro limpio a las custodias del presidio.

Pero cuando la atención pública estaba cautivada esperando el desenlace del espeluznante episodio, apareció como un cubo de agua fría el Director de Prisiones, general policial Juan Ramón de la Cruz Martínez, con sus tajantes declaraciones para desinflar el globo: que no hubo túnel, que no hubo armas, que no hay evidencias, que no hay detenidos… y que todo no fue mas que una nota más de sensacionalismo.

¿Sensacionalismo de quien? ¿De la procuradora? ¿Qué tendrá ella que decir?