RAFAEL MOLINA MORILLO
La desgracia une a los humanos. Basta que una calamidad nos apabulle para que corramos a abrazarnos, olvidando todos los agravios anteriores. Así somos.

La tormenta Noel, si algo ha dejado de bueno, es haber despertado en los dominicanos ese sentimiento de solidaridad y compasión que late dentro de cada uno de nosotros. Dentro de la desgracia, es hermoso ver  los esfuerzos de los que pueden para aliviar las penurias de los que sobreviven en las carencias.

El asunto se ha reflejado hasta en la política. Militantes y dirigentes de los diferentes partidos luchan hombro con hombro para derrotar a la adversidad. Se han dado cuenta de que hay algo común  por encima de los intereses particulares de cada uno, y que a la postre todos saldrán con la satisfacción del deber cumplido.

¿Por qué no seguir con ese mismo espíritu cuando las cosas se hayan normalizado? ¿Volveremos a las rebatiñas,  a los discursos huecos,  a la búsqueda de ventajas personales?

Aprovechemos la coyuntura que nos brinda la tormenta Noel y preservemos ese espíritu de armonía, de solidaridad y de persecución de objetivos comunes. Acuñemos un Proyecto de Nación que nos permita ver más allá de cuatro años y de un solo color político. Pensemos en nuestra descendencia. Hagamos para ellos un país mejor.

(r.molina@codetel.net.do)