Mis Buenos Días
Cambios de nombres (II)

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RAFAEL MOLINA MORILLO
A nuestra adhesión con Angela Peña para advertir al Ayuntamiento que sería un dislate cambiar el nombre de “Danae” por el de “Paseo de los Notarios” a una calle de la capital, se une, mediante el correo electrónico, la escritora Ligia Minaya.

Ligia nos escribe de vez en cuando desde su domicilio en los Estados Unidos, y lo hace en lenguaje directo, sin disimulos ni hipocresía.

“Somos el país de los olvidos –nos dice-. Sin embargo, desde hace tiempo deberíamos haberle cambiado el nombre a la calle Nicolás de Ovando, por razones obvias, y nadie se lo ha planteado. Cuando se cambia el nombre de una calle, la gente, por años, continúa nombrándola por su denominación de origen. Por ejemplo: la Avenida del Puerto ¿quién la llama Coronel Caamaño? Y la 17, sigue siendo la 17, aunque ahora se llame como se llame”.

“Por no tener memoria –concluye Ligia Minaya- somos unos desarraigados y luego queremos que nuestros estudiantes recuerden fechas y nombres memorable. Y ahora me pregunto: ¿Por qué hemos de bautizar una calle como “Paseo de los Notarios”, cuando hay tantos malandrines entre ellos, al igual que sucede con el “Paseo de los Periodistas” (perdóneme usted) cuando hay tantos vendidos a políticos y banqueros desfalcadores? Y no es que entre unos y otros no haya personas dignas, pero como está nuestro país y teniendo por delante tantos problemas importantes, hacer cambios de nombres de calles me parece tarea de personas sin más oficio que mirarse las uñas de los pies.”

Sin mayores comentarios.
(r.molina@codetel.net.do)

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