Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
Le ruego, lector o lectora, que me acompañe en este ejercicio de aritmética, totalmente imaginario. Supongamos un estadio deportivo con capacidad para 20,000 fanáticos cuando se llena.
Hay en ese supuesto estadio taquillas de cuatro precios nominales diferentes: de 800, 450, 300 y 50 pesos. Para facilitar las cuentas, hagamos un promedio de 400 pesos por persona. Si el estadido se llena, tenemos que 20,000 x 400 = 8,000,000, o sea ocho millones de pesos.
Pero imaginemos que en ese estadio funciona un mercado negro bien organizado que logra colocar sus boletos al doble del precio nominal, lo que quiere decir que podría haber un beneficio extra de otros ocho millones por juego. ¿Y para quién sería ese beneficio? Ah!, eso no lo sé, recuerde que este es meramente un ejercicio aritmético, no una investigación judicial.
Naturalmente, no todos los juegos llenan el estadio, ni todos los estadios son iguales. Rebajemos, pues, la mitad, o dos terceras partes de se total, y quedaríamos tan sólo en poco más de dos y medio miserables milloncitos de pesos por juego. ¡Pobres traficantes del mercado negro!
En el ejercicio que estamos desarrollando, imaginemos ahora que hay una liga de los equipos participantes, que hay seis equipos con sus respectivos dueños y que también hay administradores de los parques deportivos. Supongamos que ninguno de ellos ofrece una explición satisfactoria sobre quién se beneficia del imaginario mercado negro, ni tampoco realiza ningún esfuerzo, real o imaginario, para evitarlo.
Y aquí termina el ejercicio imaginario. Cualquier parecido con la vida real, es pura coincidencia.
