Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
No es nuestro país el único que confronta debilidades éticas en sus instituciones. No lo digo como si ello fuera un consuelo, y mucho menos una excusa, sino para que veamos como está de podrido el mundo, y qué difícil será salir de esta situación.
El periódico mexicano El Universal, por ejemplo, ha publicado un acucioso trabajo que demuestra cómo el narcotráfico y el crimen organizado en aquel país podrían comprar, si lo quisieran, a todos los policías de la nación (414 mil hombres en total) por una suma de dinero que para esos capos resulta insignificante.
Calcula dicho periódico que con pagar 1,288 millones de pesos mexicanos al mes (unos 128 millones de dólares), el crimen organizado puede garantizar que todos (escribí todos) los policías estatales y municipales de México pasen a formar parte de su nómina.
Esta situación no quiere decir, sin embargo, que los policías mexicanos se dejen comprar tan fácilmente, sino que también pueden sentirse desprotegidos y acepten, por temor, convertirse en cómplices de los bandidos. Eso hace, desde luego, que la corrupción del narcotráfico sea mucho más difícil de combatir.
El problema se agudiza cada vez más por los altos ingresos del crimen organizado, que maneja a nivel global miles de millones de dólares, según apreciaciones de analistas y funcionarios públicos dedicados a las áreas de seguridad.
Si esto pasa en México, que es una potencia en comparación con los países de nuestra estatura económica e institucional ¿qué podemos nosotros esperar?
