Mis buenos días
De fiero león a manso corderito

<STRONG>Mis buenos días<BR></STRONG>De fiero león a manso corderito

RAFAEL MOLINA MORILLO
Esto sucedió ayer. Conducía yo mi automóvil por la avenida Ortega y Gasset, detrás de una imponente jeepeta negra con vidrios tintados y sin placa, aunque con un coqueto cartelito a colores que decía “Placa Perdida”.

Una mujer policía de Amet que se percató del asunto, le hizo una seña a su colega que estaba más adelante, un fornido Amet que, con suma diligencia se interpuso ante la jeepeta, sacó de un bolsillo su libreta de notas con lapicero y todo, y fiero como un león le reclamó sus documentos al conductor o conductora (no pude percatarme de si era hembra o varón, por lo de los vidrios tintados).

Lo que sí pude ver con toda claridad fue que prontamente de la ventanilla de la jeepeta salió, rígido y sin vacilaciones, un brazo en cuya mano se blandía, no los papeles exigidos por el agente de Amet, sino un teléfono celular.

No pude escuchar el diálogo allí entablado, pero lo adiviné de inmediato al observar que el agente se llevó el celular al oído, y acto seguido cambió su rostro feroz por una expresión angelical, bondadosa, cortés, sumisa y lambona. Pidió excusas por la molestia a la persona que iba dentro del vehículo y, convertido de fiero león en manso corderito, dejó que la jeepeta en falta siguiera su camino, deseándole, de paso, una feliz tarde. De casualidad no le sirvió de flanqueador.

No creo necesario explicar el “misterio”. Seguramente que el tipo o la tipa dentro de la jeepeta llamó por teléfono a algún general o coronel canchanchán suyo, el cual, pasándole por encima a las leyes, le ordenó al agente de Amet que dejara esa persona tranquila.

Conclusión: así no se puede. Así no vamos a llegar lejos. Razón tenía Hipólito cuando decía que “todavía falta mucho por hacer”.
(r.molina@codetel.net.do)

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