Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
El dengue no tiene color, y si se trata de color político, menos. Ello quedó demostrado el fin de semana que acaba de transcurrir, durante el cual la política, o mejor dicho, la politiquería, no contaminó la necesaria y oportuna jornada de eliminación de criaderos de mosquitos efectuada en dicho período.
Como era natural, la ceremonia del inicio de la campaña anti-dengue estuvo encabezada por las autoridades sanitarias del gobierno, con el vicepresidente de la República al frente, pero ello no quiere decir que se trataba de una operación peledeísta. Ellos mismos, los del partido de gobierno, se ocuparon de proclamar que la jornada anti-dengue no era una actividad morada, ni blanca ni colorá, por lo cual nadie sacó ventaja proselitista en esa coyuntura.
Se dijo que 200 mil voluntarios trabajaron eliminando criaderos en todo el país. Impresionante, ¿verdad? Pero algunos han señalado, y tienen razón, que el operativo no puede quedar ahí, sino que la búsqueda de criaderos y su destrucción debe continuar durante varios meses más. Estoy de acuerdo con los que así piensan.
Esta oportunidad debe ser aprovechada por la parte buena del pueblo dominicano demostrar a los incrédulos que sí podemos, que somos capaces de pensar y actuar como nación, como familia, como seres civilizados. Felicitémonos, pues, por lo organizada y exitosa que está siendo la campaña anti-dengue y cobijémonos todos bajo la consigna del momento: ¡cloro untao, tanque tapao!
