RAFAEL MOLINA MORILLO
Yo le llamo el túnel del tiempo a esas cajas o gavetas llenas de fotografías viejas que desde hace años están esperando turno dizque para ser organizadas en uno o varios álbumes que nunca llegan. De vez en cuando uno incursiona fugazmente en el interior de esas cajas o gavetas, y queda atrapado por los recuerdos que encierran, prisionero de la nostalgia para dar paso a la alegría o la tristeza.
La irrupción de la tecnología moderna pretende, sin lograrlo, disputarle ese papel a las viejas fotos amarillentas que sobreviven en las citadas cajas. Cada vez son más las personas que guardan sus recuerdos digitalmente, pero ese crecimiento de los procedimientos científicos para guardar la memoria, no hace más que reconfirmar el ingrediente emocional que acompaña a las añejas fotos de papel.
¿A cuál de los dos grupos pertenece usted? No me diga que a ninguno, porque ello sería casi como confesar que ha vivido sin dejar huella. Pero si existen esas huellas a su alrededor, si andan rodando por ahí algunas fotos de la abuela, del primo lejano o del país que una vez le dio albergue, cuídelas, véalas una y otra vez, consérvelas. Porque al fin y al cabo, uno no es más que un cúmulo de episodios pasados, y el único testimonio que va quedando de ellos son esas fotos viejas a las que a veces no les hacemos caso.
Les invito, pues, amigos lectores, a navegar de vez en cuando por el túnel del tiempo. Tengan siempre presente que recordar es vivir dos veces.
(r.molina@codetel.net.do)