Mis Buenos Días
¡Gracias, mamá!

Mis Buenos Días<BR><STRONG>¡Gracias, mamá!</STRONG>

POR RAFAEL MOLINA MORILLO
Hoy, Día de las Madres, vale la pena pasar revista a nuestra infancia para recordar todo lo que, en la cotidianidad de la vida, nos ha enseñado mamá. Yo, por ejemplo, todo lo que siempre necesité saber, lo aprendí de mi madre:

Mi madre me enseñó a apreciar lo que es un trabajo bien hecho, cuando nos dijo a mí y a mis hermanos que peleábamos: “Si se van a matar, háganlo afuera. Acabo de limpiar aquí”.

Me enseñó religión un día que me advirtió: “Ruégale a Dios que ésta mancha salga de la alfombra”.

Me enseñó lógica el día que me espetó: “Porque yo lo digo, por eso. y punto!!!”

Me enseñó a ser previsor cuando me dijo: “Asegúrate de que tienes puesta ropa interior limpia y entera, por si acaso tienes un accidente”.

Mi madre me enseñó ironía, al decirme: “Sigue llorando y yo te voy a dar una razón verdadera para que llores”.

También me enseñó a ser ahorrativo, con esta frase: “¡Guarda esas lágrimas para cuando yo muera!”.

Aunque parezca mentira, también me enseñó ósmosis, el día que me ordenó: “¡Cierra la boca y come!”

Mi madre me enseñó, además, contorsionismo: “¡Mira la suciedad que tienes en la nuca, fíjate!”

Le agradezco que me enseñó fuerza de voluntad: “Te vas a quedar sentado hasta que te comas todo”.

Aprendí de ella meteorología, cuando comentaba:

“Parece que un ciclón pasó por tu cuarto”.

Mi madre también me enseñó a exagerar: “¡Te he dicho un millón de veces que no seas exagerado!”

Mi madre me enseñó lo que es el ciclo de la vida, al amenazarme: “Te traje a este mundo y te puedo sacar de él”.

Igualmente, me enseñó el significado de la modificación de patrones de comportamiento, con esta admonición: “¡Deja de actuar como tu padre!”

Mi madre me enseñó habilidades de ventriloquia, al exigirme: “¡Cállate y contéstame: ¿por qué lo hiciste?”

Con ella aprendí, además, técnicas de odontología: “¡Me vuelves a contestar y te estampo los dientes en la pared!”

Mi madre me enseñó rectitud: “¡Te voy a enderezar de un solo pescozón!”

Y, por último, me enseñó envidia, con la frase más dulce y verdadera de todas: “Hay millones de niños menos afortunados en este mundo que no tienen una mamá tan maravillosa como la tuya!” ¡Gracias, mamá! 

(r.molina@verizon.net.do)

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