Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
El auge en las últimas semanas de los intercambios de disparos con su secuela de supuestos delincuentes muertos y algunos policías también, ha traído nuevas preocupaciones al ya conturbado seno social.
Resulta difícil calificar estos nefastos sucesos, sobre todo porque estábamos frente a un clamor para que el crimen y la inseguridad social fueran enfrentados con la mayor energía e inflexible mano dura. Entonces, ahora que una nueva jefatura policial exhibe su puño de hierro como garantía para el mantenimiento del orden público, no parece coherente quejarnos por posibles excesos cometidos contra los delincuentes.
Palo si bogas, palo si no bogas.
Lo ideal sería que el crimen sea combatido sin incurrir, las autoridades, en excesos de poder ni violaciones a los derehos humanos aunque en la práctica sabemos que eso no es tan fácil, sobre todo cuando la criminalidad es eficiente y está armada hasta los dientes.
La jefatura policial y las autoridades en general tienen ahí un reto colosal para salir airosas y sin manchas, sin necesidad de los controversiales intercambios de disparos. Es nuestro deseo sincero que las mismas, al final, resulten vencedoras en el desafío y que las ciudades y los campos de la República recobren la paz, el sosiego y la seguridad que todos merecemos.
