Mis Buenos Días
La puntualidad

<STRONG>Mis Buenos Días<BR></STRONG>La puntualidad

RAFAEL MOLINA MORILLO
Mi comentario de ayer sobre la puntualidad en el cierre de las puertas del Teatro Nacional ha provocado diversas reacciones, todas positivas, que me complace transcribir a continuación, sin mayores comentarios.

La primera: “Comenta usted las protestas de un grupo de personas que  impidieron  entrar al Teatro Nacional por  llegar tarde.  Esta práctica debe continuar.  En todas partes del mundo quien llega fuera de la hora no puede interrumpir a los demás que estuvieron temprano.  En días pasados tuve una amarga experiencia cuando, estado sentado en los laterales, se permitió la entrada de personas que con los acomodadores molestaron tanto que hubiera preferido quedarme en mi casa. Saludos. Hipólito Herrera”.

La segunda: “Leerte forma parte de mis vicios. No me arrepiento por ello. Te disfruto tanto en las coincidencias como en las disidencias. Cuando leí tus «Tres Minutos» de esta fecha tuve un dilema. ¿Hablabas en serio o manejabas un cinismo de vegano al estilo de los capitaleños de principios de siglo veinte? El dilema de los dominicanos de hoy es que la impuntualidad viene de arriba y llueve sobre todos nosotros como medida de la importancia que se supone a sí mismo cada personaje. La mayoría de los mediocres cree que si llega temprano se le considera menos importante. Por eso llegan tarde, aposta.

  ”Debíamos preguntar: ¿quién es la persona más impuntual en los actos que se celebran en República Dominicana? Una persona tan bien informada como tú no tiene necesidad de respuesta. De la misma manera pregunto: ¿quién es la persona más puntual y formal cuando los actos se celebran en la Casa Blanca o en el FMI?

  ”La impuntualidad como norma sólo se da cuando hay un deseo de demostrar quién es el más importante, cosa esta que los inferiores hacen para humillar a los demás. No puedo pasar por alto la frase de una periodista, empleada de la Dirección de Prensa del Poder Ejecutivo. Dijo ella a viva voz a los periodistas que cubrían un acto y se quejaban por la demora en empezarlo: «El Presidente nunca llega tarde. Los actos comienzan cuando él llega.» Después de eso, que entre el mar.

”Porque me conoces sabes cuánto respeto el tiempo de los demás y por eso tengo la puntualidad como uno de mis defectos. Pero es tiempo ya de que dejen de coger piedras para los más chiquitos y cumplan las normas desde arriba hasta abajo. Por eso admiro tanto la posición de tu compueblano Nicolás, quien no admite que lo pongan a esperar como si el tiempo le sobrara a todos menos a nuestro modelo. Tu puntual amigo, Hamlet Hermann”.

(r.molina@codetel.net.do)

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