Hoy 
POR RAFAEL MOLINA MORILLO
El ex presidente chileno Lagos, durante su reciente visita a nuestro país, ofreció una sabia lección en una sola frase: Cuando asumí la presidencia no me pregunté qué podría hacer en el corto período de seis años que me tocaba gobernar, sino qué bases me sería posible echar como zapata para el proyecto de nación a largo plazo.
No lo dijo con esas palabras, pero eso fue lo que dijo.
El enunciado de Lagos es aplicable, no solo a los presidentes, sino a cualquier funcionario público o privado que dirija temporalmente un área determinada. En otras palabras, si no voy a tener tiempo para resolver los desafíos que tengo por delante, lo que debo hacer es esforzarme para dejarle a mi sucesor el terreno preparado a fin de que él, o quien le siga, puedan llegar al final deseado.
Nosotros, como país, enfrentamos varios problemas que requieren décadas para ser resueltos. La electricidad, la educación, la salud, la pobreza, y paro de contar. No disponemos del dinero ni del tiempo para solucionarlos de golpe y porrazo. Pero tampoco dedicamos los chines que nos van entrando poco a poco, para ir echando la zapata del gran edificio que han de terminar otros.
Lo dijo por enésima vez el representante de las Naciones Unidas en el país, Niké Fabiancic, en otra breve pero sustanciosa lección: tenemos que aprender a gastar bien los recursos que tenemos. Y dos áreas fundamentales para invertir son la educación y la salud. Detrás de ellas, vendrá todo lo demás.
Por eso es que resulte inexplicable que se esté hablando de un parque en Santiago que costará 700 millones de pesos, y un metro en Santo Domingo que nos está desgarrando las entrañas, física y económicamente mientras las escuelas se caen a pedazos y los hospitales carecen de los insumos más elementales.
Escuchemos a Lagos y a Fabiancic. Sus lecciones son gratuitas.
