Mis Buenos Días
Los premios Stella Liebeck

Mis Buenos Días<BR><STRONG>Los premios Stella Liebeck</STRONG>

POR RAFAEL MOLINA MORILLO
Los Premios Stella se dan anualmente en Estados Unidos para poner en evidencia determinadas ridiculeces que se producen dentro del sistema legal de dicho país. Estos premios llevan el nombre de Stella Liebeck.

Esta señora, en 1992, a la edad de 79 años, sufrió un accidente en un negocio de comida rápida, al derramársele encima el café, por descuido de ella misma, y producirle quemaduras de consideración. Fue indemnizada con 2.9 millones de dólares, a pesar de que fue su propia falta.

Desde entonces se otorga anualmente un premio a esos casos difíciles de entender, pero tan reales y duros como la vida misma. Estos han sido, por ejemplo, algunos de los premios concedidos:

Primer caso: Kathleen Robertson de Austin (Tejas) fue indemnizada con $780.000 dólares por un jurado tras romperse un tobillo después de tropezar y caerse por culpa de un niño que estaba corriendo en una tienda. Los dueños de la tienda fueron obligados a pagar dicha cantidad, a pesar de que el niño que tan mal se había comportado era el hijo de la señora Robertson.

Segundo caso: Terrence Dickson de Bristol, Pennsylvania, cometió un robo en una casa y quiso escapar por la puerta del garaje, pero esta estaba atascada y el hombre quedó encerrado sin poder abrir ninguna otra puerta, pues a todas les había puesto seguro por el otro lado. Los dueños de la casa estaban de vacaciones y el señor ladrón quedó encerrado en el garaje durante 8 días. Para sobrevivir, lo hizo a base de unos refrescos y un enorme saco de comida para perros que encontró. Aún así, tuvo la cachaza de denunciar al dueño de la casa por los daños morales sufridos por aquel incidente y el jurado accedió a ordenar al propietario de la casa a pagar al ladrón una indemnización de medio millón de dólares.

Tercer caso: Kara Walton de Claymont, Delawere, denunció con éxito al propietario de una discoteca porque, al caerse desde la ventana del baño, se rompió los dientes. (Esto ocurrió mientras la señorita Walton intentaba escaparse por la ventana del baño de mujeres para no pagar la cuenta de 3,50 dólares). El propietario tuvo que pagarle 12,000 dólares, más los gastos dentales.

Y el mejor de todos: Mr. Merv Grazinski, de Oklahoma City, se compró un remolque de los más grandes, y en su primer viaje, estando en una autovía, seleccionó una velocidad de crucero a 120 kilómetros por hora y se fue a la parte de atrás a prepararse un café, con el vehículo en marcha. Como era de esperarse, el vehículo siguió recto, tomó la tangente en la primera curva y chocó aparatosamente. Mr. Grazinski, contrariado, denunció a los fabricantes del vehículo por no advertirle en el manual de uso que el programador de velocidad no es un piloto automático que toma curvas, frena cuando es necesario e incluso detiene el vehículo si preciso fuere. Por ello, fue recompensado con $1,750,000 dólares, más un nuevo remolque.

Después de esto, ¿a quién le sorprende que en el cuestionario que te dan en la embajada cuando vas a los EE.UU. te pregunten si vas a cometer un delito o un acto terrorista?

(Contribuído por Luis A. Sánchez Noble)

r.molina@verizon.net.do.

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