Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
Siguen en España con la cantaleta de que los restos de Cristóbal Colón son los que están en la catedral de Sevilla, y no los que aquí reposan en el Faro que lleva el nombre del navegante genovés. (Que tampoco se está seguro de que haya sido genovés el marinero, porque más de doce ciudades se disputan la gloria de haber sido su cuna).
Después de todo, ¿qué importancia tiene el lugar del nacimiento, o el lugar donde se muere, o adonde van a parar al final del cuento los huesos o las cenizas de cualquiera de nosotros?
Políticamente, cada vez importa menos el sitio donde se nace, gracias a la globalización y a la condición de ciudadanos del mundo que tan en boga está en estos tiempos. Y en cuanto a la muerte¼ lo malo es morir, pero una vez consumado el hecho ¿qué más dá si fue más al Sur, o al Norte o al Oeste?
De manera pues que no nos preocupemos, dejemos que los españoles continúen con sus pruebas de ADN aplicadas a fragmentos de huesos con 500 años de antigüedad. Total, que las cenizas de aquí seguirán siendo para nosotros las auténticas, con muy buenos argumentos y muy buenas razones.
Con todo respeto para la memoria de don Cristóbal: ¡doce cunas y dos sepulcros! ¡Qué bárbaro!
