Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
Los que han tenido la oportunidad de ver el famoso documental de Al Gore, que nos aterra mostrándonos como el planeta se hace cada vez más inhabitable, pensarán que lo de las granceras en esta diminuta isla es un juego de niños al que no vale la pena dedicarle tiempo.
¡Qué equivocados están! De no ponerle freno a tiempo a la devastadora actividad de los que sacan arena y grava de los ríos, dejándolos heridos de muerte, estaremos pronto asistiendo al velorio de la Patria y de paso a nuestro propio funeral. Por si no nos hemos dado cuenta todavía, cuando todos nuestros ríos estén secos y vamos a paso de vencedores en esa dirección- nuestro territorio sera un desierto no apto para la vida.
Se dice, con escepticismo, que la medida adoptada por la Secretaría de Mediio Ambiente para poner fin a los daños que causan las granceras, no es más que una jugada política, y que, como en ocasiones anteriores, la misma no sera acatada y todo seguirá igual.
Reconozco que esa es una posibilidad. Pero hasta que no ocurra ese augurado acto de desobediencia, yo quiero pensar que la sensatez se impondrá y que las granceras se retirarán sin mayor resistencia hacia las canteras secas que han sido señaladas, donde podrán continuar con éxito sus negocios sin afectar más de lo que está el lastimado sistema hidrográfico del país.
Quizás esta sea la última oportunidad para salvarnos.
