Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
En algunas estaciones de peaje no sé si en todas- se ha instalado un ultramoderno sistema electrónico para realizar el pago automáticamente, sin la intervención humana. ¡Qué maravilla!
Pero el entusiasmo inicial se desvanece prontamente, cuando nos enteramos de lo que está sucediendo en realidad. Hay un carril dedicado exclusivamente a los vehículos livianos enrolados en el sistema elecctrónico. Una cámara lee el marbete pegado en el cristal del automóvil, descifra un código y aplica el pago correspondiente, sin que el vehículo tenga que detenerse. Esa es la teoría.
En la práctica, al parecer la cámara en cuestión está dañada y cubierta con un forro. El susodicho carril para vehículos livianos, por consiguiente, está en desuso, y los mentados vehículos livianos tienen entonces que utilizar el carril dedicado a los vehículos pesados, en largas, lentas y molestas colas de camiones, patanas y autobuses. De esta manera, lo que se suponía que era una ventaja con el sistema electronico, se convierte en una molestia y una pérdida de tiempo.
Y ya que estamos hablando de los peajes, debo señalar la mala práctica de algunos conductors desaprensivos, así como de los encargados de realizar los cobros en los carriles marcados para Pago exacto. Los conductors que parecen ignorar lo que quiere decir exacto, llegan con billetes a cambiar por monedas ¡y los encargados se los cambian! Aquellos que se molestaron en llevar cambio exacto tienen, necesariamente, que esperar por los demás.
Y todo esto ocurre (para utilizar una frase cliché que nos gusta a los periodistas) ante la mirada indiferente de las autoridades.
