Mis Buenos Días 
Sin una gota de sangre

Mis Buenos Días <BR><STRONG>Sin una gota de sangre</STRONG>

POR RAFAEL MOLINA MORILLO
Un científico de Phoenix – Arizona – quería probar una teoría. Necesitaba un voluntario que llegase a las últimas consecuencias. Lo consiguió en una penitenciaria. Era un condenado a muerte que sería ejecutado en la penitenciaria de St. Louis en el estado de Missouri, donde existe la pena de muerte en la silla eléctrica.

Propuso lo siguiente: el voluntario participaría en un experimento científico, en el cual sería hecho un pequeño corte en el pulso, lo suficiente para gotear su sangre hasta la última gota. Él tenía la probabilidad de sobrevivir, en caso que la sangre coagulase. Si eso sucediera, él sería liberado; en caso contrario, el fallecería por pérdida de sangre, o sea una muerte sin sufrimiento ni dolor. El condenado acepto, pues era preferible eso a morir en la silla eléctrica; además tenia un chance de sobrevivir.

El condenado fue colocado en una cama alta, de hospital, y amarraron su cuerpo para que no pudiera moverse. Hicieron el pequeño corte en su pulso. Abajo de su pulso, fue colocada una pequeña vasija de aluminio. Se le dijo que oiría su sangre gotear en la vasija.

El corte fue superficial y no alcanzó ninguna arteria o vena, pero fue lo suficiente para que el sintiera que su pulso fue cortado. Sin que él supiera, debajo de la cama había un frasco de suero con una pequeña válvula. Al cortar el pulso, fue abierta la válvula del frasco para que él creyese, por el sonido, que era su sangre la que caía en la vasija.

En verdad, era el suero en el frasco lo que goteaba. De 10 en 10 minutos, el científico, sin que el condenado lo viera, cerraba un poco la válvula y el goteo disminuía. Mientras tanto el condenado creía que era su sangre la que estaba disminuyendo.

Con el pasar del tiempo fue perdiendo color, quedando cada vez más pálido. Cuando el científico cerró por completo la válvula, el condenado tuvo un paro cardíaco y murió, sin ni siquiera haber perdido una gota de sangre.

El científico consiguió probar que la mente humana cumple, al pie de la letra, todo lo que le es enviado, sea positivo o negativo y que tal acción envuelve a todo el organismo, sea en la parte orgánica o psíquica.

Esta historia es una alerta para que filtremos lo que nos envía nuestra mente, pues ella no distingue lo real de lo fantástico, lo cierto de lo equivocado, simplemente graba y cumple lo que le es enviado.

“Quien piensa en fracasar, ya fracasó antes de intentar”.

“Quien piensa en ganar, lleva ya un paso adelante”.

(Contribuído por Colombina Johnson Rodríguez)
(r.molina@verizon.net.do)

Publicaciones Relacionadas

Más leídas