Mis filósofos preferidos

Mis filósofos preferidos

HAMLET HERMANN
El año 2004 se extingue como una velita de sebo. Lento pero inexorable, el tiempo nos invita a sacar cuentas y a establecer los deberes y los haberes. Muchos de nosotros nos sentimos ahora como aquel que sobrevive a un aparatoso accidente de tránsito en el momento en que trata de recuperar el conocimiento. Atolondrados, damos pasos en cualquier dirección tratando de alejarnos del peligro aunque no lo logremos de inmediato. Son momentos de recuperar el tino para no perderlo de nuevo. Por eso he considerado conveniente empezar a reconocer a aquellos que mantienen vivo nuestro deseo de mejorar la calidad de vida cada día. He decidido reconocer públicamente a mis filósofos preferidos por las sabias orientaciones que me prodigan a diario.

No vaya usted a creer que mis pensadores de preferencia andan vagando por otras dimensiones espaciales luego de su paso por las antiguas Grecia y Roma. Los sabios que orientan mayormente mi pensamiento se llaman «El Coctelero» y «Boquechivo». En los medios de comunicación ellos se atreven a decir o a insinuar día a día cosas que nadie más osa mencionar por miedo a que lo consideren terrorista. Además, uno y otro dicen las verdades en síntesis con tanta gracia que sus opiniones se han convertido en axiomas, en verdades indiscutibles. De ahí mi admiración por ese par de tunantes que, a cuenta de gracias, dicen tantas verdades que muchos otros no se atreven siquiera a tocar.

Para comprender mi admiración ideológica sólo hay que imaginarse la caricatura en la que Boquechivo le ruega al ex presidente Hipólito Mejía que vuelva a gobernar. Buscaba así mi filósofo preferido tener temas suficientes con qué clavar sus habituales banderillas al desgobierno anterior al tiempo que provocar la risa. Ya quisiéramos tener esa capacidad para resumir conceptos los que a veces tratamos de iniciar un artículo y no encontramos forma de desarrollarlo ni de terminarlo. Otra forma genial de Boquechivo burlarse sabiamente con una plumilla cargada de tinta fue aquella en la que el nunca bien recordado Mandatario de la Constitución dominicana aparecía con una pierna fracturada, resguardada por un molde de escayola. En ella el protagonista del dibujo recordaba que había sufrido el percance de tanto meter la pata donde no debía en su tarea de administrar el Estado dominicano durante los cuatro años recientes.

Y qué del Coctelero, quien en esa página dos de este periódico Hoy se convierte en la Némesis que quema los fondillos a los especuladores y agiotistas como candelita de basurero. Imagino que los dueños de farmacias y los productores de medicamentos deben obviar la segunda página del Hoy, esto es si todavía les quedan ganas de comprar el diario. La permanente denuncia por la actitud de los vendedores de fármacos expresa mejor que todo la voz de los sin voz que tenemos que comprar lo que los agiotistas digan al precio que se les antoje. Quién como El Coctelero ha tenido la puntería de bautizar a las empresas transmisoras de energía eléctrica como Las Jode. Edenorte y Edesur ya son, gracias a uno de mis filósofos preferidos, Jodenorte y Jodesur, sobrenombres ganados en base a un enorme esfuerzo de escaso servicio a la población dominicana y de estafa a la hora de cobrarlos. No en balde la zona de Bella Vista donde vive el susodicho rebusero es la más castigada por los apagones en esta ciudad capital. También los senadores y diputados, así como los otros funcionarios ineptos, deben negarse a leer esa parte del periódico en la que es desnudada su capacidad para aprovecharse de las enriquecedoras oportunidades que les brindan sus respectivos cargos.

Gracias a El Coctelero y a Boquechivo no tenemos tiempo para aburrirnos ni perder la esperanza de que podemos vivir en un país mejor. Ellos nos dicen las verdades que los políticos partidarios nos niegan por seguir sacando ventajas de los idiotas que pagamos religiosamente los impuestos y no nos robamos la energía eléctrica. Cuando nos ausentemos de nuestro medio habitual por algunos días, muchos o pocos, no perdamos el tiempo leyendo los periódicos atrasados para actualizarnos. Nuestro país vive sometido al vulgar agobio de la rutina diaria, de las desilusiones y los aburrimientos. Todo aparenta cambiar para que la situación nacional siga igual. Pero si quiere descubrir lo que en realidad sucede en el meollo criollo, sólo revise las sabias opiniones de El Coctelero y Boquechivo, mis filósofos preferidos, y sabrá de qué pata cojea la mula.

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