Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
Este año no hubo niños ni mayores quemados por los fuegos de artificiales. ¡Aleluya! Obviamente, la prohibición de mercadear indiscriminadamente esos artefactos pirotécnicos, impuesta por la Secretaría de Interior y Policía, surtió su efecto. ¡Bien por ello y gracias! a las autoridades por haberse mantenido firmes a pesar de las presiones ejercidas para que la medida fuera derogada.
Los empresarios dedicados a la fabricación y/o importación de fuegos artificiales, y a su susbsecuente comercialización, deben comprender que el suyo es un negocio muy peligroso y nocivo para la población, especialmente para los niños que, por su propia naturaleza, carecen de la prudencia y el cuidado que requieren tales entretenimientos.
La nochebuena transcurrió tranquila y en paz. Uno que otro estúpido burló la prohibición impuesta, y quemó solitariamente diversos tipos de fuegos, provocando con ello que todo el mundo los señalara como personas incivilizadas y exhibicionistas sin ningún valor como individuos. Pero, debemos felicitarnos por ello, la inmensa mayoría acogió el llamado oficial, y ahí están los resulados: cero quemados.
No sabemos a quién o quiénes pudo haberles tocado, pero de seguro que, si no se hubiese trabajado con firmeza, en estos momentos habrían no pocos hogares muy angustiados, y quién sabe si enlutados, como efecto de los fuegos artificiales.
Que esta prohibición sea definitiva. Ese es mi sentir y el de otros nueve millones de dominicanos.
