Misión FMI, tras mayor presión fiscal

Misión FMI, tras mayor presión fiscal

Al considerar los desafíos, las nuevas autoridades y las salientes encaran la responsabilidad de traer certidumbre a los agentes económicos, ya que la magnitud del desequilibrio no puede ser cubierto por vía del sistema tributario

Desde que en entre los meses de abril y mayo del 2003 empezaron a conocerse los resultados de la gran crisis en que estaba inmersa una parte de la banca dominicana, y una vez conocido el déficit generado por los compromisos cuasi-fiscales asumidos por el Banco Central, las autoridades anunciaron la necesidad de recurrir a las agencias internacionales en procura de auxilio.

Lógicamente, en esta manteria, y tomando en cuenta antecedentes en la región, el Fondo Monetario Internacional tiene la batuta.

Al llegar el FMI al país para verificar la magnitud del daño provocado a la economía por el derrumbe financiero, este y otros organismos comprometidos con la recuperación del país apuntaron hacia una reforma fiscal inmediata.

El problema que venía siendo considerado en el seno del gobierno desde hacía meses, entonces tomó cuerpo y situó al gobierno al frente de las iniciativas en tal sentido.

Pero el revés electoral al partido oficial en gran medida hizo cambiar la opinión del gobierno ahora saliente, pues no tiene sentido para unas autoridades que se marchan a mediados de agosto impulsar una reforma, vinculada a un acuerdo con el FMI, sin conocer cuáles serán las necesidades que se les presentarán una vez en el Poder.

No obstante este punto de vista, muchos empresarios, como Lisandro Macarrulla, presidente de la Asociación de Industrias, considera necesario emprender la reforma desde ya.

El Presidente Hipólito Mejía a su vez consideró necesario postergar tanto el acuerdo con el FMI, así como la adopción del nuevo paquete tributario.

Al transcurrir los días, los representantes del FMI han llegado nuevamente al país para continuar las discusiones, a pesar de que la postura definitiva de las autoridades al respecto era de posponer para agosto tanto lo relativo al acuerdo con el Fondo como la mencionada reforma.

[b]La presión fiscal[/b]

)Qué es la presión fiscal? Según lo definen los teóricos de la economía, suele ser una relación entre los ingresos de la administración pública en función a las recaudaciones, considerando el Producto Bruto Interno (PBI).

Pero más que denotar una relación matemático-cuantitativa, como resultado del cruce de la doble variable ingresos-PBI, la presión fiscal suele poner de manifiesto las políticas económicas trazadas por una administración, al tomar en cuenta el sesgo de estas políticas en relación a los grupos de ingresos.

De aquí que las decisiones sobre si en una reforma beneficiará o perjudicará a quién, surge al momento en que se logra concitar el mínimo de consenso para ventilar tales asuntos.

A mediados de los años 80 en que aparecieron los primeros signos de globalización y de apertura económica en los países, el comportamiento de los consumidores no estaba familiarizado con el concepto de presión tributaria y reforma fiscal, lo cual era el objeto de debates y análisis dentro del contexto de círculos muy cerrados de la sociedad, sobre todo entre los expertos.

Pero una vez los países de América Latina confrontaron los problemas relacionados con la deuda externa en la «Década Perdida», con las consecuentes confrontaciones para el pago de las acreencias externas, estas naciones comenzaron a sentir los efectos negativos de no vivir más en el paraíso contruído bajo los viejos esquemas o modelos de sustitución de importaciones.

A partir de lo que el economista Miguel Ceara Hatton denomina la «Crisis de divisas» enmarcada entre los años 1984 y 1985, en que empezó a caer el producto bruto interno del país, entre 1.3% y -2.1%, respectivamente, las autoridades dominicanas y todos los sectores conscientes empezaron a concientizarse sobre la necesidad de reformar todo el andamiaje de sostén tributario del Estado.

Esta situación ha sido corroborada por lo que el economista ha denominado como «La Crisis Fiscal» que envolvió a todos los dominicanos entre los años 1988, 1989 al 1990, en que decayó el PBI del país entre 2.2%, los 4.4% y -5.5%.

El estudio emprendido por Ceara Hatton culmina con un análisis de la crisis actual que él denomina «Crisis Financiera» la cual inicia en el 2000 con una caída del PIB de -1.3% y la cual se agudiza en el 2003.

Para los fines del análisis, esta nomenclatura económica considera que constituye una crisis «todo período de más de un semestre donde la inflación anualizada se mantuvo sobre el 10%».

La crisis actual que condujo a una rápida devaluación monetria e incremento de los fondos en pesos a ser destinados al pago de la deuda externa, así como la prevalencia de un persistente déficit cuasi fiscal, han decidido a todos sobre la necesidad de emprender un proceso de ajuste fiscal.

Más de RD$80 mil millones, según expuso el economista Ceara, especializó el Banco Central para la operación de salvamento del Baninter y otras dos instituciones, igual a unos US$4 mil millones a la tasa de cambio promedio de RD$18.65 entre el 2002 y 2003.

[b]Cantera de reformas[/b]

El economista Isidoro Santana considera en una exposición que en el país se han confeccionado «múltiples reformas tributarias», pero «casi siempre se han propuesto aumentar la carga tributaria, pero nunca lo consiguen».

Esto obedece a que el Estado ha actuado frente a urgentes necesidades de aumentar los ingresos en momentos de crisis, lo cual revela que los aumentos en los tributos son propiciados no por las reformas en sí misma, sino ante todo, porque se aplican impuestos a los precios del azúcar como en 1975.

También porque se establecen recargos cambiarios como sucedió en 1985 o bien porque se revisa un contrato a una empresa extranjera como fue el caso de la Falconbridge Dominicana en 1988.

También porque se aumenta la tasa del impuesto ad-valorem en las aduanas como ocurrió en 1991, por la aplicación del diferencial a los combustibles, como en 1997 o por el establecimiento de un impuesto definitivo a los combistibles.

De hecho, según lo establece el economista Isidoro Santana de la «Fundación Siglo 21», la deuda asumida por el Banco Central y su servicio «no pueden ser cubiertos con impuestos». De hecho, se estima que aún no hay fuentes concebibles «de donde pueda salir tanto dinero».

Dada esta situación, muchos consideran que el papel crucial de las agencias internacionales debe consistir en extender fondos al nuevo gobierno por diferentes ventanillas, incluyendo el Tesoro estadounidense, para cerrar la brecha.

Al respecto, Santana plantea que entre los acuerdos a que se ha estado arribando con el FMI se prevéen un «eventual financiamiento internacional de largo plazo para sustituir la deuda cuasifiscal», conjuntemente con una reforma tributaria.

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