POR HOMERO LUIS LAJARA SOLÁ
CONTRALMIRANTE, M. DE G.
En el año de 1954, teniendo la renaciente Marina de Guerra una respetable flota naval, con una listeza operacional óptima, el contralmirante de dos estrellas Luis Homero Lajara Burgos, M. de G; le propuso al generalísimo Trujillo un viaje de buena voluntad (vía marítima), a España, compuesto por una unidad táctica naval, con el capitán de fragata Angel Enrique Brito Santana, M. de G., director de la academia Naval, como su comandante, en devolución simbólica del primer viaje de Colón a la Hispaniola.
Para tales fines, en representación de las tres carabelas La Pinta, La Niña y la Santa María, se destinaron: el Destructor Trujillo D-101, comandado por el capitán de fragata José García Frías, M. de G., la fragata Presidente Troncoso F-103, comandada por el capitán de corbeta Luis Damián Cedeño Santana, M. de G; y la corbeta Colón C-101, comandada por el teniente de Navío, Domingo Germán Bello, M. de G.
Después de ingentes esfuerzos, ya que como siempre, las voces agoreras, la intriga y el pesimismo, querían hacer abortar la misión, algunos por envidia, otros, incrédulos de que, tanto la capacidad profesional y técnica de nuestros marinos, como el estado de los barcos de guerra, demostrara- como en realidad lo hizo- al viejo continente y al mundo, que la Marina de Guerra Dominicana, estaba preparada para surcar allende los mares, en el cumplimiento del deber; llevando una perfecta derrota (ruta) de 9,192 millas náuticas.
Fue así como, otearon el horizonte de la gloria nuestras imponentes unidades navales, con una derrota preparada por oficiales de nuestra institución, destacándose el entonces alférez de navío -futuro vicealmirante y jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra- Francisco Amiama Castillo, quien había participado en el crucero de instrucción del buque escuela español Juan Sebastián Elcano.
El 6 de septiembre del año 1954, zarparon de Ciudad Trujillo las unidades de guerra que, además de sus tripulaciones, llevaban a bordo un batallón de Infantería de Marina, la banda de música de la institución, 50 guardiamarinas de la Marina de Guerra, 50 cadetes del Ejército Nacional, y 50 cadetes de la entonces Aviación Militar Dominicana, con instructores militares de la talla del entonces capitán Elías Wessin y Wessin, y del primer teniente Ramiro Matos González, quienes al cabo de los años, ocuparon la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas, al igual que el entonces cadete del primer año, y futuro teniente general, Héctor García Tejada, E.N., excelente soldado que adquirió casi todos sus ascensos en combate.
Los guardiamarinas de esa promoción (1954), fueron cuidadosamente seleccionados por el propio jefe de Estado Mayor, todos, bachilleres en Ciencias Físicas y Matemáticas, buscados en su mayoría en la Universidad de Santo Domingo. Muchos alcanzaron la Jefatura, sub-jefatura e Inspectoría General de la institución, y rangos de oficiales almirante, como lo fue el vicealmirante Víctor Barján Muffdy, M. de G; quien ocupó la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas y la jefatura de Estado Mayor de la M. de G.; el vicealmirante José Manuel López Peña, M. de G., quien fue Sub-Secretario de Estado de las FFAA, por la Marina de Guerra, al igual que el contralmirante Emilio Ogando Ramírez, M. de G. quien además ocupó la sub-jefatura de Estado Mayor y la Inspectoría General de la M. de G., y los ex jefes de Estado Mayor, vicealmirante, M. de G., Ernesto Pérez Navarro, Rubén Darío Jiménez Collado y Juan de Jesús Jorge Cabrera, entre otros, el vicealmirante Rafael B. Camilo González, M. de G., quien ocupó la Inspectoría General, así como el contralmirante Héctor Tomás Ramírez Cruz, M. de G., quien fungió como sub-jefe de Estado Mayor de su institución. Y Oscar Padilla Medrano, quien siendo ya oficial superior de la Marina de Guerra, fue transferido al Ejército Nacional, alcanzando el alto grado de general de brigada; y los destacadas posiciones de Secretario de Estado de Interior y Policía Director Nacional de Investigaciones (DNI), y Embajador en Haití.
Cabe destacar al entonces capitán de navío Luis María Pimentel Castro, M. de G. quien fue director de Autoridad Portuaria Dominicana, así como, Inspector General de la institución; entre otros ilustres miembros de esa promoción, que acaba de celebrar sus 51 años de haber ingresado a la Marina de Guerra, y a los otros institutos castrenses, entregando los mejores años de sus vidas al servicio de la Patria.
El 15 de septiembre de 1954, arribaron nuestras unidades a Punta Delgada, Azores, procediéndose de inmediato a la toma de combustible y a prepararse para la entrada oficial al puerto del Ferrol del Caudillo, España. Hecho acaecido a las 08:00 del 19 de septiembre, saludando a la plaza con el rugir imponente de los cañones del Destructor D-101.
Posterior a las ceremonias, actos, y demás actividades oficiales y protocolares, zarpó la misión a las 22:00 del martes 21 de septiembre, con destino al puerto de Marín, arribando el día 22, a las 10:00.
El sábado 25 de septiembre, a las 06:00, zarpó la misión naval dominicana del puerto de Marín, arribando a la ciudad de Vigo a las 09:00 del mismo día. En esa localidad española, sucedió un hecho interesante. Con motivo de caluroso recibimiento a los marinos y demás militares dominicanos, tanto por las autoridades locales como la población española en sentido general, el almirante Lajara Burgos, organizó una esplendorosa recepción a bordo de la fragata Presidente Troncoso F-103, a la cual se cursaron invitaciones particulares -en adición a las protocolares- a las jóvenes de Vigo, presentándose un inconveniente; en Vigo existía la prohibición de la Iglesia Católica, la cual impedía a las señoritas de esa comarca bailar.
Ante esa situación, el jefe de la Marina, se presentó ante el Obispo de Vigo, con la peculiar petición de que las jóvenes españolas disfrutaran de la música bailable de la brillante banda de música de la gloriosa Marina de Guerra, que contaba con músico de la categoría del maestro Bienvenido Bustamante. La respuesta fue positiva, y con la bendición de la iglesia se bailó por primera vez en Vigo, al compás de nuestra melodiosa banda.
LA MALDAD CRUZO EL OCEANO EN PERJUICIO DE UN JOVEN ALMIRANTE
A las 16:00 del 28 de septiembre, tras una agotadora pero exitosa agenda, zarpó la misión dominicana rumbo al puerto de Cádiz, arribando el 30 de septiembre a las 08:00 con los saludos de cañón a la plaza. No podemos dejar de mencionar que, el 2 de octubre, siendo las 14:00, una nutrida comisión presidida por el contralmirante Lajara Burgos, visitó las bodegas Domec, donde se confeccionan aún el famoso brandy, néctar de los dioses, conocido como Carlos I, y en ese lugar, fue mostrada a los distinguidos visitantes una barrica destinada exclusivamente al generalísimo Trujillo, la cual tenía estampada la firma del entonces perínclito de San Cristóbal, y en el borde superior el nombre: Rafael Leónidas Trujillo Molina.
A las 11:00 del día 3 de octubre, se realizó una ofrenda a La Cruz de los Caídos, incluyendo un desfile militar de nuestras Fuerzas Armadas; ese mismo día, se dedicó una corrida de toros a los visitantes dominicanos, y nuestra banda de música hizo galas de sus habilidades, arrancando aplausos del multitudinario público español que presenciaba la mencionada corrida de toros.
A las 05:00 del 4 de octubre, zarparon nuestros buques de guerra desde Cádiz, rumbo al Puerto de Sevilla, y a las 11:00 se encontraban frente al muelle de Las Delicias, donde se efectuó la visita preliminar que disponía el riguroso reglamento de honores y saludos, como un representante de cada uno de los tres Ejércitos de Mar, Tierra y Aire, de las Fuerzas Armadas Españolas.
A las 11:00 del 7 de octubre, después de agotar las visitas oficiales, recepciones, ofrendas, además del desfile de nuestras tropas; zarparon nuestras unidades navales rumbo al puerto de Cartagena, haciendo su entrada majestuosa a las 14:00 del 8 de octubre.
Después de una espléndida recepción a bordo de la fragata Presidente Troncoso F-103; a las 18:00 del 10 de octubre, zarpó nuestra misión naval rumbo a Valencia, arribando a las 09:00 del día 11 de octubre.
Siendo las 17:00 del 14 de octubre, zarparon nuestros buques de guerra de Valencia, rumbo al puerto de Barcelona, haciendo su entrada en correcta formación a las 08:00 del 15 de octubre, con los saludos de cañón de rigor a la plaza.
Al cumplir una apretada agenda, a las 20:00 del lunes 18 de octubre, salen a la mar los buques dominicanos, esta vez con destino al Puerto de Palma de Mallorca, Islas Baleares, arribando a las 08:00, del día 19 de octubre.
A las 21:00 del viernes 22 de octubre, zarparon nuestros buques con destino a Valencia. A las 08:00 del día 23 de octubre, arribó nuestra misión naval al puerto de Valencia, esta vez, sin izar en puerto la bandera de dos estrellas en el buque insignia, Destructor Trujillo D-101, ya que el jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra Dominicana no estaba a bordo.
El personal comisionado a ir a Madrid, que incluía oficiales, cadetes y guardiamarinas, salió por tren, a las 21:00 del mismo día, 23 de octubre, llegando a Madrid a las 08:30 del día 24 de octubre; siendo recibidos por el Jefe de Misión y de Estado Mayor, contralmirante Luis Homero Lajara Burgos, en compañía de autoridades civiles y militares españolas.
A las 12:00 del domingo 24 de octubre, se efectuó la imposición de condecoraciones en la embajada dominicana, a oficiales generales de los Ejércitos de Mar y Aire Españoles, por el jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra. Seguido este acto protocolar por un espléndido brindis ofrecido a los condecorados en la legación dominicana. A las 13:00 de ese día, se efectuó una ofrenda floral en el Monumento a Cristóbal Colón, seguido de un magno desfile por las calles de la ciudad de Madrid, donde las Fuerzas Armadas ondeaban orgullosas nuestra enseña tricolor, así como las banderas de las tres ramas de nuestros gloriosos institutos castrenses. En ese histórico momento, la antigua colonia española se paseaba gallardamente por las calles de la otrora metrópoli, siendo la primera y única vez en nuestra historia, que una fuerza conjunta de esa magnitud, se desplaza a un país extranjero, con aquel tipo de misión, llevando a bordo, no solo un batallón de infantería de marina, sino a oficiales, guardiamarinas y cadetes que, en el futuro, iba a ser jefes de sus respectivas instituciones, como es el caso del mayor general Manuel Antonio Lachapelle Suero, E.N., quien además fue jefe de la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI), Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), y del Cuerpo de Ayudantes Militares del Señor Presidente de la República.
A las 22:00 de ese histórico domingo 24 de octubre, en la recepción de imposición de condecoraciones a los oficiales dominicanos, en el Ministerio de Marina de España, por parte del almirante Salvador Moreno, Ministro de Marina, la carrera del contralmirante Luis Homero Lajara Burgos, comenzó a adoptar rumbo de colisión, ya que, mientras la misión naval en España se desarrollaba de manera exitosa, en los pasillos palaciegos de Ciudad Trujillo, la intriga manipulada y la mentira aviesa, por intermedio como siempre de los colaboradores cercanos, clavaba los dardos venenosos en la mente tenebrosa del entonces jefe absoluto de nuestro país, en perjuicio del almirante Lajara resaltándose únicamente la gran cantidad de homenajes y condecoraciones recibidos por el jefe de la Marina en esa misión.
Esta vez, la maldad cruzó el Océano Atlántico, y trajo como pruebas del éxito alcanzado por el joven almirante, cintas de un proyector 16 mm, las cuales, en vez de ser conservadas para la posteridad, fueron incineradas en el patio interior del Palacio Nacional, no sin antes ser vistas por los ojos enfurecidos de Trujillo, y así tirar por la borda el futuro de una brillante carrera naval.
Después de cumplirse sendas actividades oficiales, destacándose la audiencia solemne en el Palacio del Prado, donde una comisión de la misión naval dominicana, presidida por el contralmirante Lajara Burgos fue recibida por el generalísimo Francisco Franco, Caudillo de España, culminan con éxitos las actividades oficiales de la misión, dejando una estela inolvidable en la memoria de los que tuvieron la dicha de ser testigos de la historia.
El 27 de octubre, ya con la bitácora concluida, en lo que respecta a la misión encomendada; a las 12:00, zarparon las unidades navales dominicanas del puerto de Valencia, esta vez de retirada, arribando a las Islas Azores (Punta Delgada), a las 18:00 del día 31 de octubre, con el propósito de abastecer las unidades navales de combustible y provisiones.
A las 10:00 horas del primero de noviembre, zarparon nuestros buques de guerra con rumbo a Ciudad Trujillo, como destino final.
El día 6 de noviembre, a los cinco días de navegación ocurrió una grave emergencia médica. El cadete José Antonio Plutarco Ureña Castellanos, A.M.D.; sufrió un ataque de apendicitis aguda, a bordo de la fragata Presidente Troncoso.
Al no contarse con los medios a bordo para efectuar una cirugía de esa magnitud, se informó por el sistema de comunicación de ondas continuas (telegrafía clave Morse), la novedad, al jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra, ya que éste estaba en la República Dominicana, en virtud de que había partido de Madrid a nuestro país vía aérea, quien le ordenó de inmediato al comandante del Destructor D-101, que era la unidad que hacía más velocidad en el convoy que efectuara el trasbordo del cadete enfermo, de la fragata al destructor. Lográndose por primera vez en nuestra armada, gracias al entrenamiento y coraje de nuestros marinos, un exitoso trasbordo -en plena navegación- del cadete, desde la fragata al buque insignia. Acto seguido, se le comunicó por la misma vía al jefe de Estado Mayor, el éxito de la primera fase de la misión, debido a que, la orden, además de hacer el trasbordo, era llegar a Puerto Rico, que era el lugar más cercano y con instalaciones militares con buena infraestructura hospitalaria.
Haciendo una velocidad de 23 nudos, el Destructor D-101, arribó a San Juan de Puerto Rico, a las 21:00 del 7 de noviembre. Se ingresó de inmediato el cadete Ureña al Rodríguez Army Hospital, del Fuerte Brooke, siendo intervenido quirúrgicamente de manera exitosa, lográndose así salvar la vida de un cadete que va de regreso a su país, después de haber cumplido con su deber.
A las 03:30 del 8 de noviembre, después de tomar combustible, zarpó el Destructor D-101, de San Juan, Puerto Rico, rumbo a isla Saona, donde por instrucciones del jefe de Estado Mayor, esperaban fondeadas la Fragata Presidente Troncoso y la Corbeta Colón.
A las 7:30 del 9 de septiembre, levaron anclas las unidades navales del fondeadero de Saona, rumbo a Ciudad Trujillo, llegando nuestros buques de guerra a la República Dominicana, siendo las 16:00 de ese mismo día, con una resplandeciente sol caribeño, y una tripulación orgullosa y satisfecha del deber cumplido.
Ya antes del retorno triunfal de la misión naval al país, el contralmirante Lajara Burgos sospechó la trama urdida en su contra. Resulta que, el generalísimo Trujillo, al recibirlo en su despacho del Palacio Nacional, a su regreso de Madrid, lo esperó con un ejemplar del periódico madrileño ABC, con una portada de primera página que decía: El contralmirante Lajara Burgos, en la meseta de sus 33 años de edad, le esperan grandes logros.
El día del recibo de la misión, en el muelle de Ciudad Trujillo, el Generalísimo le reclamó al contralmirante Lajara, que con qué autoridad él había dispuesto que un buque de guerra nuestro entrara a un puerto extranjero.
El Jefe se refería al cadete de la apendicitis, caso sobre el cual la jefatura de estado mayor había hecho un informe pormenorizado a la superioridad. Pero ya la intriga, como en el caso del almirante De Windt Lavandier, había hecho su trabajo. Y más aún, después que el contralmirante Lajara, respecto a la pregunta de Trujillo, cuestionando la orden que dispuso la entrada del destructor a Puerto Rico, le respondiera al Generalísimo de los Ejércitos de Aire, Mar y Tierra, con voz firme: Jefe, con la autoridad que me confirió un decreto del Poder Ejecutivo que me designó Jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra.
El resto es historia, por su desempeño como Jefe de la misión táctica naval y militar a España, que cubrió de gloria, no sólo a las Fuerzas Armadas, sino al país, el contralmirante Lajara Burgos recibió los más elevados reconocimientos militares, religiosos y académicos de esa nación, como son: La Gran Cruz del Mérito Naval, El Gran Cordón del Apóstol Santiago, Patrón de España. Distinción impuesta por el Cardenal Quiroga Palacios, en la Santa Iglesia Catedral de Santiago de Compostela. Y se nombró también, Hermano Mayor de la Archicofradía del Apóstol Santiago Así como, Catedrático de Honor de la Universidad de Madrid, entre otras distinciones de que fue objeto el Jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra en ese viaje, y que Trujillo, en su reciente visita a España, no tuvo el privilegio de recibir.
Como escarmiento por destacarse más de lo permitido, en una dictadura como esa, el contralmirante Lajara Burgos, el 27 de diciembre de 1954, fue procesado en un Consejo de Guerra gomígrafo, y retrogradado al rango de capitán de corbeta, a pesar de que, en la misma sentencia se consignaba lo siguiente: La reducción de grado consiste en reducir al condenado al grado próximo inferior, y no podrá aplicarse, en el caso de un oficial, cuando la reducción implique pérdida de categoría. Como puede apreciarse, este caso-violando la ley- implicó reducir a un oficial, de la categoría de oficial almirante a oficial superior.
Ese adefesio jurídico fue corregido después de una larga lucha legal de 22 años por el decreto del Poder Ejecutivo No.2347, del 23 de septiembre de 1976. Ese derecho adquirido fue posteriormente derogado por otro decreto, el No.2774, del Poder Ejecutivo, de fecha 31 de septiembre de 1981, por razones fuera del ámbito castrense. Siendo finalmente restablecido el rango de contralmirante al oficial naval que puso en algo las Fuerzas Armadas hacían 30 años, por el decreto del Poder Ejecutivo No. 1736, de fecha 17 de enero de 1984.
La guerra legal aún no había llegado a su fin. La corrección del rango de contralmirante por el de vicealmirante, fue otra de las tantas batallas jurídicas libradas por el almirante Lajara. La misma fue continuada después de su fallecimiento, por sus familiares, y la justicia se impuso (Ver oficio No. 980, del 27 de agosto, 1997, del Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo al Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, y el acta No. 086-1997, de la Junta de Retiro de las FFAA, donde se otorga de pleno derecho la pensión de vicealmirante a su viuda).
En la Era de Trujillo, del 16 de agosto de 1930, al 31 de mayo de 1961, según se hace constar en las Memorias de la Secretaría de Estado de Guerra, Marina y Aviación (1930-1961), en la Marina de Guerra, sólo fueron ascendidos por el Poder Ejecutivo al grado de contralmirante de dos estrellas (confirmados), César De Windt Lavandier y Luis Homero Lajara Burgos. Los otros contralmirantes de dos estrellas, fueron ascendidos ya Trujillo muerto, como es el caso del contralmirante Luis Ambrosio Facundo Esteva, M. de G.
Finalmente, como hecho insólito, sólo el libro titulado: Historia de la Marina de Guerra, que tuvo una difusión limitada -pese a ser la recopilación de nuestra historia naval más actualizada- de la autoría del contralmirante Nelson A. Arciniegas Valentín, M. de G. ha hecho mención en un documento formal del glorioso viaje de España, según nuestro criterio, el despliegue naval militar en el extranjero más exitoso de nuestra historia; y es precisamente al cumplirse este año el 51 aniversario del histórico episodio, que la conjura del tiempo hace su intento de esclarecer verdades y descifrar mitos, a través de la semilla generacional.