Mitos sobre el perdón

Mitos sobre el perdón

“Puedes cambiar tú y, por consiguiente, transformar el mundo en que vives”, afirma el Padre William Meninger. OCSO, en su libro El Proceso del Perdón. Generalmente somos escépticos ante palabras de aliento como las que expresa este monje traspase, profeta de nuestro tiempo.

Las prisiones que hemos construido, en respuesta a los profundos daños emocionales recibidos en aquellos momentos en que una calumnia, una burla, un rechazo, una decepción… han lastimado nuestro corazón crean ruidos que nos hacen vivir de espalda a la felicidad para la que fuimos creado. De esas prisiones solo podemos salir aprendiendo a amar y a perdonar.

¿Porqué se hace tan difícil perdonar? La dificultad estriba, muchas veces, en los conceptos erróneos que tenemos sobre el perdón. Las estadísticas y la experiencia de reconocidos guías espirituales entre ellos el Padre Meninger revelan que muchos de los obstáculos que impiden perdonar desaparecen cuando se aclaran los mitos que sobre el perdón nos han inculcado. Creemos tener ideas precisas y acabadas sobre el perdón nos han inculcado. Creemos tener ideas precisas y acabas sobre el perdón, sin embargo el Padre William Meninger considera altamente beneficioso para que se derrumben los obstáculos que nos impiden el perdón auténtico y verdadero revisar todo aquello que creemos conocer acerca de lo que EL PERDON NO ES… y para ello nos ofrece esta excelente guía.

Perdonar no es olvidar. Es muy probable que la expresión “perdonar es olvidar” nos resulte conocida. Sin embargo muchas veces esto no es posible. El recuerdo, en muchos casos, podría ser permanente. Recordar lo sucedido impide que volvamos a ser víctima o que nos convirtamos en victimarios. A veces rehusamos perdonar porque pensamos que el perdón significa enterrar l que pasó. El verdadero perdón no implica olvido. Perdonar no es olvidar. El perdón no borra el acontecimiento doloroso. “El perdón no existe amnesia”. El olvido, aunque es posible, no es esencial en el proceso del perdón.

El perdón no es una forma de absolución. Cuando perdonamos el mal que otro nos ha hecho no estamos absolviendo de culpa de responsabilidad, ni condonando el agresor. Toda persona que causa un daño, está llamada a responder por lo que hizo. Responder ante la persona que hirió, ante la sociedad, ante si mismos y ante Dios. Perdonar no implica minimizar el hecho ni justificar lo sucedido.

Perdonar no es fingir. No estamos obligados a soportar estoicamente una herida. Ni a fingir bienestar. Este comportamiento hipócrita en algún momento agravará las heridas. Aceptar nuestra realidad es mejor que aparentar un perdón que en verdad no ha ocurrido.

El perdón no constituye un acto de voluntad. El perdón no es algo que nosotros podemos decidir. El perdón es un proceso y muchas veces lo único que está a nuestro alcance es dar un primer paso preñado de esperanza y fe para, con la ayuda de dos, iniciar nuestro proceso de sanación. La voluntad desempeña “un papel importante pero no realiza el trabajo del perdón por si sola. Para el perdón se movilizan todas las facultades: la sensibilidad, el corazón, la inteligencia, el juicio, la imaginación, la fe afirma Jean Monbourguette. El verdadero perdón no proviene de un esfuerzo personal. El perdón sucede, llega, es un fruto de tu sanación. Es un fruto de tu oración.

Perdonamos para nuestro bien. El perdón está dirigido hacia nosotros. Pero eso los libros sagrados y los guías espirituales reservan para el perdón una connotación especial. Solo cuando perdonamos somos libres. Está comprobado que los beneficios del perdón se traducen en bendiciones personales, que se extienden a nuestra familia, a nuestra comunidad y toda la humanidad. “Cuando elegimos sanación, integridad y perdón, elegimos bendiciones y vida”.

Perdonar no es señal de debilidad sino de fortaleza. Esta expresión, rica en si misma, y una de las más hermosas contenidas en el libro “El proceso del perdón” del Padre W. Meninger, rompe nuestro esquemas. Estamos acostumbrados a reconocer como fuerte a aquel que gana una batalla o impone sus criterios. La fortaleza aquí tiene alcances superiores. Es la fortaleza que nace el amor. Por tanto, es una fortaleza que nos permite comprender que no necesitamos ira ni rencores para protegernos.

Durante el mes de febrero del Padre Meninger ofrecerá dos talleres. Eneagrama y espiritualidad los días 23 y 24 de 6:00 pm a 10:00 p.m. y El proceso del perdón los días 25 y 26 en el mismo horario. Más información en la Casa de Silencio y Oración Centrante, teléfonos 548 6580 y 566 5909.

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