Modelo nórdico no se encasilla ni en la izquierda ni en la derecha

Modelo nórdico no se encasilla ni en la izquierda ni en la derecha

Londres.  De los Servicios de Hoy. El semanal británico The Economist realiza en su último número un análisis del éxito de los países nórdicos, y alaba su modelo político y económico, basado en el pragmatismo y que se sale de las retóricas habituales de izquierda y derecha que dominan la política de la mayoría de los países occidentales. Islandia recoge los frutos de su estrategia anticrisis.

En su presentación, la revista recuerda que los países más pequeños muchas veces están mejor preparados para reformarse, y en parte el éxito de Suecia, Dinamarca, Noruega y Finlandia se debe a ello.

 Los nórdicos son líderes en competitividad, pero también en sanidad pública y felicidad; han evitado los problemas económicos del sur y la extrema desigualdad de EEUU, e incluso han dado un gran salto a nivel cultural y de innovación. ¿Cómo lo han logrado?

Una crisis de deuda anterior y un modelo de Estado eficiente

Evidentemente, las razones son muchas y variadas. Una poderosa es la suerte: estos países tuvieron que manejar su propia crisis de deuda en los años 90, dejándoles bien preparados para el futuro. Pero más importante es cómo han reformado el sector público, haciendo que el Estado sea mucho más eficiente y receptivo.

Esta realidad choca tanto con la percepción habitual de la izquierda europea de un «superestado», como con las críticas de los sectores más conservadores de EEUU. Ambas, según The Economist, están totalmente desfasadas. Si bien es cierto que en los 70 y los 80 los nórdicos tenían un gran sector público (en Suecia el gasto público alcanzó el 67% del PIB en 1993) y unos impuestos altísimos, la tendencia ha cambiado.

De nuevo, el ejemplo es Suecia, cuyo gasto público ha caído en 18 puntos porcentuales y se sitúa por debajo del de Francia; de seguir así, pronto será menor también que el de Reino Unido. Los impuestos también han caído: el de Sociedades, por ejemplo, es del 22%, menor que el de EEUU. Y tienen las cuentas cuadradas: el déficit actualmente es del 0,3% del PIB.

El pragmatismo nórdico se ha trasladado definitivamente al sector público. Mientras funcione, no tienen problema en quién sea el que lo proporcione. Dinamarca y Noruega, por ejemplo, permiten que firmas privadas gestionen hospitales públicos, mientras que en Suecia los colegios privados compiten sin problemas con los públicos a pesar de que el acceso a la educación es universal.

«Milton Friedman se sentiría más como en casa en Estocolmo que en Washington», asegura la revista británica.

Además, un aspecto donde llevan claramente la ventaja respecto a otros Estados occidentales es en transparencia y en tecnología. El Gobierno mide los rendimientos de hospitales y escuelas, pero a su vez los gobernantes se ven obligados a la mayor transparencia: Suecia, por ejemplo, permite el acceso público a todos los datos oficiales. No es raro que los políticos puedan ser vilipendiados si cambian las bicicletas por limusinas. Además, son pioneros en el denominado e-gobierno: se pueden pagar los impuestos vía SMS.

El modelo nórdico también da respuestas para algunas demandas de la izquierda, combinando capitalismo competitivo con un Estado fuerte y grande.

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