¿Modelo obsoleto?

¿Modelo obsoleto?

El fenecido ex presidente Juan Bosch insistió siempre en la necesidad de agregarle valor a nuestras exportaciones. Era partidario fervoroso de que convirtiéramos el oro en joyas y de que procesáramos café, cacao, frutos y otros renglones para exportar productos terminados, en vez de materia prima.

Pero el modelo económico ha permanecido sujeto a unos patrones que distan mucho de insistir en el valor agregado. La política de empleo depende más de lo debido de las zonas francas, siempre sujetas a veleidades de mercado como las que han obligado a suprimir decenas de miles de plazas de trabajo en la industria textil.

Pavel Isa, economista, en una exposición reciente advierte que el país se encamina hacia una crisis de inserción por agotamiento.

Esto parece enlazar con los argumentos sobre valor agregado y con los efectos que en nuestras zonas francas ha provocado la embestida asiática en el mercado de textiles de los Estados Unidos. Y antes que eso ya la industria azucarera dejó de ser el soporte de la economía para transferirle la batuta al turismo.

Ahora la globalización de la economía nos coloca en aprietos, pues tenemos que competir con naciones que basan su economía en producción de alto valor agregado.

Es en esta virtud que algunos de los países centroamericanos, con los que compartimos oportunidades en el DR-CAFTA, nos aventajan ampliamente en el ambicionado mercado de los Estados Unidos.

Sin duda necesitamos practicar, más temprano que tarde, una reingeniería económica que nos garantice mejores condiciones de inserción en los esquemas globales. No hacerlo sería un suicidio.

Tarea de alto riesgo

El robo de electricidad ha llegado aquí a niveles tan dramáticos, que fue preciso tipificarlo como  acto criminal, con todas las consecuencias que ello implica.

¿Habrá que hacer algo parecido con las distintas variantes de temeridad en la conducción de vehículos, que siempre entrañan riesgos para la vida?

 El general Latif Miguel Mahfoud Rodríguez, director de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), afirma con comprensible dramatismo que conducir en esta capital “es un riesgo porque fácilmente se puede perder la vida”. Lo dijo al revelar que durante un operativo de dos horas y media efectuado el pasado martes en las avenidas Lincoln, George Washington, Luperón y Los Próceres, agentes de ese organismo levantaron 611 actas de contravención por violación a la luz roja.

Cruzar “en rojo” una intersección supone riesgos plenamente conocidos por el conductor. Sabe que las consecuencias pueden comprometer la vida propia y de terceras personas, o al menos sus propiedades.

Además del conocimiento del riesgo de daño físico a personas y propiedades, y de que se está violando una ley que todo conductor está obligado a conocer y respetar, generalmente hay premeditación para  cruzar una intersección con el semáforo “en rojo”.

Luego, si los resultados de una temeridad como esa no se corresponden con un acto inocente o fortuito, ¿en qué se diferencia esta conducta de la del homicida voluntario?  Aunque no se le tipifique como criminal, como se ha hecho con el riesgoso robo de electricidad, la temeridad en el manejo tiene que ser castigada con penas mucho más fuertes que las actuales.

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