Modesto Díaz y Pedro Florentino

Modesto Díaz y Pedro Florentino

La guerra de la Restauración ofrece episodios grandiosos y alternativas deleznables importantes que deben conocerse para edificación cabal acerca de los hombres que tomaron parte en ese período de nuestra historia.

Los cascos de los caballos manejados por las guerrillas de Pedro Florentino pisotearon, sin preocupación alguna, las guazábaras y las bayahondas, como también la vida de muchos españoles y dominicanos en los extensos campos desolados del Sur agreste. Era difícil saber la potencialidad que encerraban aquellas tierras para soportar la guerra a muerte contra las tropas españolas que dominaban gran parte del territorio nacional. Florentino sabía de todos esos contornos y pudo así desarrollar una fuerza eficaz para mantener en jaque al enemigo. Pero, también se excedía en su mandato y por cualquier futileza ordenaba un fusilamiento expedito. Esto bien lo sabían las tropas ibéricas a tal punto que conocer la presencia del jefe guerrillero dominicano en cualquier punto del Sur, era suficiente para sembrar el espanto, el miedo y la total confusión.

En esta lucha por mantener la primacía Pedro Florentino es investido como general en jefe del Ejército restaurador en el litoral Sur del país. Recibe su nombramiento expedido por Pepillo Salcedo desde Santiago, donde está la sede del gobierno provisional.

Gregorio Luperón, siempre aguerrido, con su columna de soldados que estaban bajo sus órdenes, atacó a los hispanos y tomó la plaza de San Cristóbal. La Gándara y Puello tuvieron que replegarse y llegar a San Carlos, en la ciudad capital.

Cuando Luperón y sus tropas estaban dispuestos a perseguir al enemigo, recibe un oficio del general Pedro Florentino quien con numerosa tropa había llegado a Baní, recomendándole su llegada a aquella plaza. Luperón partió hacia allí donde Florentino le enseñó un despacho del Gobierno de Salcedo ordenándole reducir a prisión al general Luperón, por haber dejado escapar al general Modesto Díaz, a los Mota, Valera y demás oficiales que se fugaron a las filas españolas, sobre todo porque el general Modesto Díaz y los demás oficiales mencionados tuvieron una participación muy efectiva para el triunfo de Luperón en San Cristóbal.

En manos de Luperón el general Modesto Díaz, los coroneles Valera y Demetrio, los señores Mota y Marcano, ya en calidad de prisioneros por el mandato de Florentino, éstos le pidieron que no los enviara donde el general Florentino, sino directamente al Cibao, porque Florentino era contrario político de ellos y si caían en sus manos de seguro ordenaría su fusilamiento. Florentino era partidario de Buenaventura Báez y quien no lo fuera era su enemigo jurado.

El mandato del gobierno de Salcedo implicaba el fusilamiento de Luperón. Nadie sabe porqué azar del destino aquel bárbaro de Florentino no lo fusiló.

El general Modesto Díaz y sus compañeros se hicieron reos de persecución porque cuando Luperón los envió hacia Azua, éstos, en el camino, con halagos embriagaron a sus custodios. Los amarraron y les quitaron las armas y ya libres se fugaron a las filas enemigas. Tal actitud obedeció a preservar sus vidas.

El general Modesto Díaz, de recia estirpe valerosa, fue el padre de Lucas Díaz, un político sagaz quien con el predominio que ostentaba en toda la región Sur del país, ayudó enormemente al triunfo del dictador Rafael Trujillo y a su consolidación en el poder. De tal suerte, que Trujillo, en agradecimiento, denominó con el nombre de Lucas Díaz uno de los puentes principales de la región Sur del país.

Lucas Díaz fue el padre de Modesto Díaz y de Juan Tomás Díaz, héroes nacionales por su participación en la muerte de Trujillo. También fue el padre de Clara Luz Díaz, Luquitas Díaz, Ilín Díaz y de Altagracia Díaz Vda. Henríquez.

El general Modesto Díaz pudo escapar de las garras de Pedro Florentino. En cambio, su nieto, Modesto Díaz sucumbió bajo las garras del maniático Ramfis Trujillo. Lo mataron, pero se convirtió en héroe nacional.

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