Modificar constitución exige consenso amplio

Modificar constitución exige consenso amplio

POR GERMAN MARTE
Para modificar la Constitución de la República es preciso buscar la participación de todos los segmentos de la sociedad, porque la exclusión de cualquiera de ellos impide lograr un consenso amplio sobre el resultado final, y por el contrario contribuye al debilitamiento de la propia Carta Magna como institución fundamental de la sociedad, afirmó ayer el senador argentino Ricardo Gómez Diez.

El legislador advirtió que la Constitución «nunca ha de ser consecuencia de la imposición de un sector sobre otro de la sociedad, por el contrario, debe ser el producto del diálogo y la participación».

Gómez Diez hizo los señalamientos al exponer sobre el papel de legislador en la Reforma Constitucional, durante el «Seminario Internacional sobre Reforma Constitucional», que se celebró jueves y viernes en el Hotel Santo Domingo.

El evento fue auspiciado por el Senado de la República y contó con la participación de legisladores de todas las bancadas, abogados, el Consejo Nacional para la Reforma del Estado (CONARE), y organizaciones de la sociedad civil.

El senador Gómez Diez señaló que Argentina, tiene una dura experiencia al respecto porque la reforma constitucional de 1949 luego fue derogada porque la bancada opositora se retiró, y tampoco la convención constituyente de 1957 pudo cumplir su cometido ante el retiro de la mayoría de sus miembros que dejó al cuerpo sin quórum para sesionar.

De ahí que considere que la reforma de la Constitución «debe ser siempre fruto de un acuerdo, que vincule a la gran mayoría de la sociedad, de lo contrario el resultado es el debilitamiento de la propia Constitución como institución fundamental de la sociedad».

Hay que tener en cuenta también que la Carta Magna es un instrumento destinados a perdurar en el tiempo y que no tiene que ser objeto de cambios frecuentes que en definitiva terminan afectando la seguridad jurídica, por eso sus normas no deben ser un cerrojo impuesto a la realidad sino un instrumento flexible para impulsar la iniciativa creadora de las personas y la adaptación de sus propias disposiciones a las circunstancias cambiantes, dijo Gómez Diez.

Tampoco se trata de hacer de ellas un «catálogo de ilusiones», agregó, y por ello deben recogerse con mesura las expectativas de la sociedad.

«Deben evitarse la declamación exultante y el desborde de la demagogia», manifestó el senador argentino, al tiempo que considero que la Carta Magna debe receptarse además las características del mundo por venir pues una Constitución es una Ley y las leyes rigen y se orientan hacia el futuro.

Sostuvo que el objetivo principal de una Constitución, además de asegurar la libertad y los derechos de las personas, es dotar al Estado de una organización de los poderes que ejercerán el gobierno estableciéndose las atribuciones y los controles recíprocos, dentro de un sistema de división de poderes que constituye la base de la forma republicana de gobierno.

Razón por la cual estima que al diseñar el sistema habrá que tener en cuenta la necesidad de asegurar una armonía que garantice la gobernabilidad.

En definitiva, subrayó Gómez Diez, la Constitución es «el faro» que guía la conducta de los hombres e ilumina el sendero hacia el futuro de la sociedad.

Asimismo, dijo que es imprescindible abandonar la idea de que se puede lograr el desarrollo y un crecimiento con equilibrio sin el cumplimiento de las normas y sin instituciones fuertes.

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