Modista de barrio triunfa en las pasarelas de la alta costura

Modista de barrio triunfa en las pasarelas de la alta costura

PARïS.  Stéphanie Coudert era desde hace diez años «costurera particular» y hacía vestidos para un puñado de clientas en su tienda de París. Este domingo comenzó para ella una nueva vida: presentó su colección en los desfiles de alta costura en París. «Hacía alta costura, pero en secreto», confía la diseñadora de 39 años de cabello largo y oscuro. Su divisa: «una mujer, un vestido».

Organizado en una mansión del siglo XIX que perteneció a los Rothschild en el distrito 8 de París, donde habitualmente presentan Valentino y otras grandes marcas, el desfile fue una demostración de la elegancia a la francesa sin caer en lo obvio, femenina pero no sexy. Instalada en el barrio popular de Belleville, en el norte de París, Stéphanie Coudert atendía a una treintena de clientas regulares.

Mujeres del barrio, otras llegadas porque le pasaron el dato y también, en algunos casos, turistas extranjeras enviadas por algún gran hotel.

Hasta que en enero pasado se produjo uno de esos encuentros que cambian la vida. Su trabajo llama la atención de un industrial dueño de un taller donde se confecciona ropa de las marcas más conocidas. Este hombre, «un enamorado del trabajo manual», decide apoyarla y manda fabricar en su taller la colección que Stéphanie Coudert presentó este domingo, en el primer día de los desfiles de alta costura. Se trata en realidad de su segundo desfile. El primero lo presentó hace 10 años. «Hacía todo sola. Era agotador».

Luego decide trabajar para una clientela particular, convirtiéndose en costurera o modista personal, un oficio que en América Latina o España todavía existe, pero que en Francia casi ha desaparecido.

La verdadera elegancia. «La gente comenzó a decirme: ¿Pero porqué no muestras lo que haces?», cuenta Stéphanie Coudert, que se formó en la Escuela de Artes Decorativas y en el Instituto francés de la Moda. «Yo no quería hacer una colección sin la herramienta detrás, sin el respaldo de una taller de confección». Hoy lo ha logrado. Sus cinco máquinas abandonaron el taller y fueron instaladas en el del fabricante, donde trabajan varios cientos de personas. Su colección logró así entrar en el club exclusivo de la alta costura, que atrae a fotógrafos, periodistas y clientes de todo el mundo.

Una atención mucho mayor que durante la semana del prêt-à-porter, saturada de desfiles con más de diez por día. Junto a los reporteros especializados y los invitados, la esperaban varias de sus más fieles clientas. La creadora presentó una veintena de siluetas. Cuando la interrogan acerca de su estilo, habla de volumen, de estructura, de movimiento… Coudert hizo mucha gimnasia, sigue patinando sobre hielo, y dice ser «sensible al porte de la bailarina». Contrariamente a muchos diseñadores, su proceso creativo no comienza por el dibujo, sino «esculpiendo en torno a un busto».

Su moda, ya sea destinada al día, la noche o la deportiva, aspira a ser fácil de llevar. «Hay que cultivar la elegancia a la francesa», asegura. «Es una historia increíble, digna de una novela», comenta el presidente de la federación francesa de costura, Didier Grumbach. «Es impresionante: el resultado de su trabajo es la verdadera elegancia».

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