Mojiganga      

Mojiganga      

Como no me comparo con algunos comentaristas de radio y televisión, algunos charlatanes adivinadores que alegan conocer el futuro y, por supuesto, algunos líderes políticos, que dicen saberlo todo, no me avergüenza confesar que creía que la palabra “mojiganga” era un dominicanismo.

Gracias a Dios existen los diccionarios, enciclopedias y el internet, con sus múltiples “buscadores” para orientarnos mejor sobre el uso y origen de algunos términos. Por eso aprendí que mojiganga es un vocablo de origen español, usado desde el siglo XVI para denominar un género dramático carnavalesco, cómico y burlón. Luego ha sido utilizado como “sinónimo de sátira, cosa ridícula y promesa o amenaza sin valor”, pero los dominicanos utilizamos dos o tres acepciones adicionales que casi todos  conocemos.

Hay una tendencia en los gobiernos “democráticos” modernos, y el nuestro como emblemático, a permitir la libre expresión y en especial, no coartar el derecho a la protesta y a la denuncia, con el detalle agregado de que controlan un engranaje  publicitario que diluye el efecto, “haciéndote el caso del perro”.

Todos sabemos que  la justicia dominicana es débil o ineficiente porque tiene una perniciosa dependencia del Poder Ejecutivo. Por eso, cualquiera que  luche contra la corrupción de políticos y funcionarios del gobierno de turno, estaría poniéndose de mojiganga en todas sus definiciones de carácter universal y no solamente dominicanas, donde la traducción criolla de la expresión sería “poniéndose de relajo o hacer el ridículo” tratando de que impartan justicia los que deben estar en la cárcel.

Deberíamos promover la creación del Movimiento de Jóvenes Interesados en Ganar Nuevas Guerras Anticorrupción (MOJIGANGA) a ver si su esfuerzo transforma algo ridículo en un torbellino justiciero. 

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