Mojigaterías en manejo migratorio

Mojigaterías en manejo migratorio

Sin subestimar presión migratoria haitiana, la situación se agrava por debilidades de manejos gubernamentales que nos han regido durante los últimos años, tanto por desconocimiento de realidades envueltas como por falta de habilidades al diseñar e implementar soluciones, muchas condicionadas a intereses extraños, haitianos incluidos.

Partiendo por desconocer el desbalance entre población y recursos medido por densidades demo-territoriales. La Isla de Santo Domingo recibe una presión demográfica de 250 personas/Km2. De 198 países considerados por la CIA World Factbook queda dentro del quintil de mayores densidades, ocupando el lugar 37.

Si bien sobre Haití gravita una densidad vez y media la dominicana (353vs.201 personas/km2), la comparación con otros países dista de ser justa para respaldar pretensiones de sobrecargarnos con la problemática haitiana. Los países propulsores de este absurdo, por ejemplo, tienen densidades superiorísimas a las nuestras: Francia, la mitad de la densidad dominicana (102 hab/km2); EEUU y Venezuela, densidades de 32 hab/km2 que implican 7.5 veces más recursos que Dominicana. Cada Km2 de Canadá asienta 3 personas: 70 veces menos que cada Km2 dominicano.

Lo instado por gobiernos extranjeros constituye, además, un error estratégico reversible contra sus naciones por el contagio de la pobreza haitiana a la dominicana. La presión migratoria extra-isleña que hoy ejercen 10 millones de haitianos puede duplicarse al empobrecerse 10 millones de dominicanos, como consecuencia de prácticas y comportamientos reflejados en actividades económicas – agricultura depredadora ambientalmente -o demandando servicios que los dominicanos satisfacen precariamente. “Dominicanizar” pobreza haitiana tiene como contraparte “haitianización” de la dominicana, provocando que no sean 10 sino 20 los millones de personas presionando hacia terceras naciones.

En lugar de propiciar el desarrollo haitiano postulado por Balaguer en “La Isla al Revés”, de fortalecer el control fronterizo y de documentar la inmigración ilegal mediante credenciales que no impliquen alteraciones estatutarias de nacionalidad – como estatuyeron autoridades norteamericanas que nos critican o mediante visas de trabajo otorgadas vía empresas, similares a las estudiantiles – nuestro gobierno se limitó a “dominicanizar” inmigrantes instado por hipocresía internacional temerosa de contaminarse.

Y a reaccionar, en lugar de pro-activarse, ante chantajes y fantocherías del gobierno vecino; llegando a la ridiculez de proveer transporte para retornos voluntarios que viajan prácticamente vacíos a nuestra frontera.

Concluido el costoso programa de regularización, el problema no queda resuelto y las mojigaterías seguirán. Volverán a salir inmigrantes ilegales, hoy escondidos. El retorno voluntario seguirá a cuenta gotas. El gobierno haitiano seguirá retozando mientras el nuestro seguirá manteniendo tartamudez defensiva encubierta por ofensivas pregonadas. Protestas e inconformidades internacionales seguirán.

Mojigaterías indetenibles salvo que retomemos dignidad inspirada en nuestra identidad y soberanía nacionales en el proceder gubernamental.

 

 

 

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